En la región más austral de Chile, las majestuosas Ballenas Francas Australes, los mamíferos más grandes de los océanos, enfrentan una amenaza inminente: el Peligro Crítico de extinción.
Según el Centro de Conservación Cetácea, en Chile solo se registran alrededor de 50 ejemplares maduros de esta especie. Los principales culpables de esta situación son el desarrollo comercial y pesquero, especialmente la acuicultura y el cultivo de salmones, que impactan negativamente en su hábitat.
Las ballenas Francas Australes también enfrentan riesgos derivados del intenso tráfico marino, aumentando las posibilidades de colisiones con estas magníficas criaturas. Ante esta crítica situación, 87 organizaciones han enviado una carta al Presidente de Chile exigiendo medidas concretas para la protección de estos cetáceos.
A pesar de la existencia del Santuario de Ballenas de Chile, que abarca 200 millas marítimas de zona económica exclusiva, la falta de resultados efectivos ha llevado a la demanda de la actualización de las regulaciones para garantizar una protección adecuada.
En este contexto, la industria salmonera chilena afirma tener los mecanismos necesarios para coexistir con la especie. Mientras la lucha por la protección de las ballenas se intensifica en aguas nacionales, el presidente Gabriel Boric ha solicitado el apoyo del presidente de Estados Unidos para que Chile sea la sede del tratado de altamar, aprobado recientemente por la ONU. A medida que nos acercamos a la COP 28, estos desafíos subrayan la necesidad de esfuerzos coordinados entre el sector público y privado para proteger la biodiversidad marina.
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