Un nuevo estudio, publicado en la revista Mycologia, ha descrito dos especies de hongos alucinógenos en el sur de África que son totalmente nuevas para la ciencia. Esta investigación eleva el número de hongos Psilocybe reportados en el continente de cuatro a seis. Una de las especies, llamada Psilocybe maluti, es el primer hongo alucinógeno científicamente documentado con usos tradicionales y espirituales en África.
P. maluti fue fotografiado por primera vez en 2021, creciendo en estiércol de vaca en la provincia de Free State, Sudáfrica. La micóloga autodidacta Daniella Mulder envió los especímenes al micólogo Breyten van der Merwe de la Universidad de Stellenbosch para un análisis detallado. Al determinar que era una nueva especie, se buscaron otros hongos similares y se encontraron en el Reino de Lesotho.
Mamosebetsi Sethathi, una curandera tradicional Basotho, compartió que los curanderos locales consumen estos hongos como parte de una tradición espiritual. Los chamanes Basotho usan los hongos para “prever el futuro”. Otros curanderos los utilizan en combinación con Boophone disticha para preparar un té psicoactivo llamado koae-ea-lekhoaba, usado en medicina tradicional o como veneno de caza.
Según reportó ScienceAlert, cuando un paciente bebe este brebaje, entra en un “estado de trance” y relata sus visiones a un curandero, quien interpreta los resultados y aconseja al paciente sobre cómo proceder. Este es el único informe registrado de hongos alucinógenos utilizados tradicionalmente en África subsahariana, según el equipo de la Universidad de Stellenbosch.
La otra especie recién descrita, P. ingeli, fue descubierta en 2023 por la micóloga amateur Talan Moult en una provincia costera de Sudáfrica. Sus cuerpos fructíferos crecen en pasto enriquecido con estiércol de vaca. A diferencia de P. maluti, P. ingeli solo se ha encontrado en esta única provincia.
Los investigadores de Stellenbosch esperan que su estudio fomente más investigaciones sobre la diversidad de hongos en el sur de África. Los autores principales, van der Merwe y la microbióloga Karin Jacobs, destacan la importancia de la colaboración con micólogos ciudadanos.
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