La huella de carbono que deja la industria de la moda es algo de lo que no todos están conscientes, pero es una que deja un gran impacto en el planeta en términos de emisiones de CO2, de la cantidad de agua que se emplea para producir las prendas. Es un modelo que eventualmente podemos cambiar con acciones más sencillas como adquirir prensas fabricadas localmente o modificar la forma en la que se producen.
Para abordar este tema, Paloma Ávila conversó con Mikel Elzo Feijoo, director y fundador de la marca Skunkfunk (SKFK), quien explicó la moda ética y entregó pistas sobre cómo se puede modificar el patrón y conseguir un impacto positivo en la industria de la moda con un modelo sostenible.
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La moda ética es una manera de generar un producto que usamos a diario de una manera mejor, así lo define el fundador de SKFK, una compañía que surgió en el País Vasco, en España. “Nosotros nacimos hace 20 años, no existía la palabra sostenibilidad en moda, no existía la palabra moda ética. Fue cuando con el tiempo cuando empezamos a crecer cuando vimos que la manera en la que se fabricaba la mayor parte de la ropa era un desastre”.
Feijoo comenta que el modelo de fast fashion que se ha impuesto en las últimas décadas es uno que ha cambiado enormemente la forma en la que se produce, para qué se produce y con qué objetivo. “Se producen millones de prendas sin tener un comprador, sin tener siquiera una salida la mercado, sabiendo que se van a generar un montón de stocks. Por ejemplo, el año pasado de hicieron 150 mil millones de prendas en el planeta, somos 7 mil millones de humanos“.
El empresario critica que los fabricantes saben de antemano que la mitad o más de esa ropa no se va a vender, por lo que terminará en un vertedero y considera que incluso reciclarla sería un sinsentido. La clave está en que la industria tiene calculada esa pérdida en su modelo de negocios, pues la ganancia se basa en el volumen gracias a su capacidad industrial y logística.
“Lo han hecho de una manera muy inteligente, muy bien, pero con unas consecuencias muy nefastas. Ellos van producen millones de prendas renovando colecciones cada 15 días, como puede hacer Zara por ejemplo”, cuestionó.
Bajo este modelo, el empresario ve un problema, debido a que algo que antes tenía un gran valor para las personas, se ha convertido en productos casi de un solo uso, en una industria como la de la moda que ocupa el segundo lugar entre las que más agua necesita para desarrollar su actividad.
En cuanto al impacto medioambiental que tienen las prendas de vestir, Feijoo explicó que el 60% corresponde a las fibras y tejidos. Por ello, uno de los grandes desafíos de la industria de la moda es cambiar las fibras que utilizan por otras más sostenibles.
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“El problema con la ropa es que es un bien necesario emocional pero no es un bien necesario físico“, dijo y agregó que la industria de la moda, incluso la sostenible, está enmarcada en incongruencias porque lo más sostenible sería dejar de producir y con ello la humanidad aguantaría 30 años sin necesitar realmente una nueva prenda.
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