Las araucarias se están quedando sin hogar. Es una triste realidad que nos está dejando la actual crisis climática en Chile. Pero un inédito proyecto busca salvarlas.
El plan consiste en una estrategia peculiar: cambiarlas de casa. La idea es preservar esta reconocida especie para las generaciones del futuro.
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Las araucarias son una especie milenaria. La más antigua en Chile tiene 1021 años. Son una auténtica reliquia de la flora chilena. Su forma es característica y es fácil reconocerla.
La araucaria araucana forma parte de la flora endémica y la historia del país. Pero, una amenaza está latente. En los últimos quince años, esta especie arbórea ha desaparecido en 30.000 hectáreas.
Producto de las variaciones climáticas, un hongo fue el que comenzó lentamente a dañar primero sus definidas hojas, luego, avanzó hacia el tronco, para amenazar toda su existencia.
Ante la posibilidad de perderlas para siempre, había que hacer algo para rescatarlas. El hongo que las amenaza se formó producto del cambio en las condiciones del suelo en la región de la araucanía, a consecuencia del cambio climático.
Al ser imposible continuar en su territorio habitual, tal como los humanos, deben migrar. Su nuevo hogar será la región de Aysén.
La situación de las araucarias y el peligro de desaparecer es una muestra más de cómo el aumento de la temperatura en nuestro planeta, le está haciendo daño a muchas especies. Incluso, a estos milenarios ejemplares. Por fenómenos que amenazan su adaptación, su potencial evolutivo y su supervivencia.
En el plan para salvar las araucarias, el primer paso fue sembrarlos en la región de Bío Bío y la Araucanía. Tras meses, fueron trasladadas a cercanías de Coyhaique. Una “migración asistida” que ya registra mil 800 nuevos ejemplares.
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Es asegurar el futuro para que los niños de hoy y los que están por venir, puedan conocerlas. Pero, también es una primera prueba, para pensar en salvar otras especies amenazadas. Las araucarias, al menos, ya están a salvo.
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