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La Antártica ha sido noticia por las olas de calor y el preocupante deshilo de sus glaciares, causado por el calentamiento global, pero la biodiversidad del continente blanco también está en peligro. Un equipo de investigación internacional identificó las 13 especies invasoras que podrían amenazar la variedad de seres vivos, específicamente en la Península Antártica.

De las especies no nativas que representan un riesgo para los ecosistemas de la Antártica, las más problemáticas son el mejillón chileno y el mediterráneo, también se cuenta el alga marina comestible conocida como wakame, algunos cangrejos, ácaros e insectos. También entraron en la lista plantas terrestres como Leptinella scariosa y Leptinella plumose.

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La investigación que reunió a más de 30 científicos de todo el mundo contó con el investigador español Pablo González Moreno, de la Universidad de Córdoba, quien explicó los criterios que utilizaron para la categorización de estas especies. “Las especies han sido evaluadas según tres criterios principales: el riesgo de entrada en la Península Antártica, el riesgo de sobrevivir y generar descendencia y el riesgo de generar un impacto negativo en la biodiversidad y los ecosistemas de la región”.

La ciencia ha advertido que especies invasoras pueden dañar los ecosistemas. Recientemente, se conoció el daño ambiental que han causado los rinocerontes africanos llevados por el capo de la droga Pablo Escobar a Colombia, hace más de 30 años. Pero, además de la excentricidad de un narcotraficante con mucho dinero, la pregunta que surge es cómo pueden llegar especies no nativas a hábitats ajenos a su naturaleza.

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De acuerdo con la publicación de la Universidad de Córdoba, las especies invasoras pueden llegar de muchas formas y no solo por la deliberada intención de introducirlas. Visitantes pueden llevar semillas en su equipaje y en prendas como ropa o en la suela de los zapatos que pueden terminar arraigando en el nuevo suelo.

En el caso de los mejillones, estos pueden navegar miles de kilómetros adheridos a los cascos de los barcos o en su interior. En la comida fresca a bordo, también pueden esconderse diferentes plantas e insectos. Una especie más común que viaja lejos de casa son los ratones y ratas que además pueden ser una seria amenaza. Algunas de las islas antárticas como la Isla Marión y la isla de Georgia del Sur ya han sido invadidos por estos roedores, aunque esto no se espera que suceda aún en la Península Antártica.

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Ya el continente blanco enfrenta amenazas a su biodiversidad con la potencial extinción de varias especies de sus pingüinos. Las colonias de estas aves no voladoras en algunas partes de la Antártica han disminuido en más del 75% durante el último medio siglo, en gran parte como resultado del cambio climático, dicen los investigadores. Los científicos descubrieron que las colonias de pingüinos de barbijo, también conocidos como pingüinos anillados o barbudos, se han reducido drásticamente desde su último censo hace casi 50 años.

Las especies invasoras que alerta el grupo de científicos ya se han establecido cerca de centros de investigación y lugares turísticos. La erradicación de los especímenes no nativos es posible pero es muy laboriosa y, sobre todo, costosa. Estas especies y muchas otras requieren medidas de mitigación para reducir su impacto en las frágiles comunidades biológicas de la Antártida, tanto en hábitats marinos como terrestres. 

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