En septiembre de 2023, un megatsunami de 200 metros de altura golpeó la costa este de Groenlandia, tras un masivo deslizamiento de tierra en el deshabitado fiordo de Dickson.

Aunque no se reportaron víctimas, una base militar fue destruida, y el impacto del evento continúa resonando en la comunidad científica.

Un análisis reciente realizado por Angela Carrillo Ponce, del Centro Alemán de Investigación de Geociencias en Potsdam, ha revelado que el tsunami no solo causó estragos inmediatos, sino que también generó una onda estacionaria que osciló dentro del fiordo durante varios días. Utilizando datos sísmicos recogidos a más de 5,000 km de distancia, junto con imágenes satelitales y modelos computacionales, Ponce y su equipo confirmaron la presencia de una onda de aproximadamente un metro de altura que persistió durante más de una semana.

Estos hallazgos, publicados en The Seismic Record, subrayan una creciente preocupación: el cambio climático está acelerando el derretimiento de glaciares y permafrost en Groenlandia, lo que aumenta la probabilidad de deslizamientos de tierra y megatsunamis similares en el futuro.

Eventos menores, como la avalancha de rocas en el fiordo de Karrat en 2017, ya han demostrado el peligro potencial, cuando un tsunami inundó el pueblo de Nuugaatsiaq, destruyendo 11 casas y cobrando la vida de cuatro personas.

Los científicos advierten que este tipo de catástrofes podría volverse más común a medida que el calentamiento global continúa alterando el paisaje helado de Groenlandia.

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