En ensaladas, como acompañante para las legumbres o sencillamente en un sándwich, el tomate es un fruto versátil que nace de la planta tomatera y su pulpa jugosa con múltiples semillas, lo convierten en un deleite para el paladar.
Ahora que se puede encontrar en todos los supermercados, ferias y verdulerías del país en cualquier época del año, esto involucra el uso de grandes extensiones de terreno, así como el despliegue de una gran cantidad de agroquímicos para hacer sostenibles los cultivos.
Esto tiene un costo ambiental que muchas personas desconocen.
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De acuerdo a una investigación de uc.cl, una de las consecuencias es la introducción intencional del abejorro europeo Bombus terrestri, a finales de la década de los 90′ para polinizar los cultivos de tomate en invernaderos, que se ha convertido en una especie invasora con importantes efectos sobre la persistencia de especies nativas y conservación de la biodiversidad.
“Autorizar los ingresos de B. terrestris a Chile es una medida que atenta no sólo a la conservación de la biodiversidad chilena, sino que también la de países vecinos y otros más en Latinoamérica”, señaló Lorena Vieli, académica de la Universidad de La Frontera a la plataforma.
Otro efecto que detalla el estudio es el cultivo de este fruto en la región de Arica y Parinacota, amenazando la conservación del picaflor de Arica, que hoy se encuentra en peligro de extinción.
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¿Cómo se podría enfrentar esta situación?
Hace poco se presentó en el Congreso Nacional sobre proteger a polinizadores nativos en Chile, incluyendo abejas nativas, moscas y aves, con el fin de proteger la salud de los ecosistemas por ser sostenedores de la biodiversidad.
Por otro lado, el rol de los consumidores es clave. El consumo informado donde sí importan los posibles impactos de la cadena de producción, transporte y distribución de los productos.
“Los incentivos, la regulación y la fiscalización son clave para transformar el sistema alimentario en el país”, se lee en el texto.
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