(CNN en Español) – El cerro Tecana, que lucha por sobrevivir en medio de las amenazas del fuego y la tala ilegal, cuenta con una aliada que está dedicada a sembrar árboles para reforestar el bosque y, principalmente, para sembrar un cambio duradero en la comunidad que sea ejemplo para El Salvador y más allá de sus fronteras.
Se llama Gabriela Gavarrete y tiene apenas 26 años. “Desde pequeña siempre quise estudiar la naturaleza. Estudié Biología, y durante mi carrera siempre sentí la necesidad de hacer proyectos para poder conservar la biodiversidad”, cuenta a CNN.
Puso sus energías en el Tecana, un emblema cultural e histórico de Santa Ana, al que todos y cada uno de sus pobladores pueden reconocer por la cruz ubicada en su punto más alto. El Tecana tiene una doble importancia, explica: por un lado “es un lugar de recarga hídrica”, al que llega el agua que sostiene la vida en la ciudad y, por otro lado, conectado a una cadena de cerros que rodean a Santa Ana, se trata de un hábitat y corredor de paso de muchas especies.
Y el Tecana está amenazado. Los incendios forestales y la tala de árboles, que se hace con el objetivo de expandir los cultivos en la zona, han diezmado el cerro y puesto en peligro los recursos vitales que provee.
Frente a esta realidad Gavarrete propuso una solución. Se llama “Suma un bosque”, y tiene como objetivo la restauración a través de un proceso de reforestación con árboles nativos en el que participe la propia comunidad. La bióloga fue reconocida por Global Landcape Forum, una organización que trabaja en la restauración de ecosistemas y que premia a seis jóvenes de todo el mundo comprometidos con esta causa.
¿Por qué su proyecto es tan especial? Gavarete explica que el trabajo de restauración de ecosistemas implica aplicar conocimientos técnicos y en eso se enfocan muchas iniciativas. “Pero enfocarse solamente en el trabajo de restauración a veces no da los mismos frutos que enfocarse a trabajar también de la mano con la comunidad”, dice, y esto es lo que hace a su proyecto especial: busca brindar recursos a la comunidad para que ellos se apropien del proceso.
El poder de los jóvenes: convertir el ‘no’ en motivación
Para reforestar el cerro Tecana, Gavarrete se puso en contacto con otro joven con quien ya había compartido horas de trabajo y que se encontraba impulsando las mismas acciones en el cerro hace siete años: Caleb Palilla. Él, junto a un puñado de amigos, creó en 2015 la organización “Un Pulmón más”, que trabaja en la conservación de ecosistemas y que ya tenía una larga historia en Santa Ana.
De hecho, en siete años, sumando las dos iniciativas, en el cerro y las lomas que están alrededor se han plantado 12.000 árboles.
“Nuestra organización trabaja solo con jóvenes porque los jóvenes son esas personas que al decirle que no se les impulsa a que puedan generar cambios, a que puedan generar ese cambio en nuestro planeta q se necesita para poder garantizar el futuro”, explica. “Mantenemos el ideal de poder crear un futuro mejor para el futuro cercano y lejano”.
Doña Marce, la otra protagonista: “Para mí el cerro Tecana es una vida”
Marcela de Jesús Saldana tiene 68 años, hace tres décadas que vive en área, y se ha vuelto una figura clave para que funcione la restauración del bosque en el cerro Tecana.
“Para mí el cerro Tecana es una vida”, dice a CNN. Trabaja codo a codo con los integrantes de Un Pulmón más y pone el lugar para guardar los árboles donados que se van a sembrar. Siempre, acarrea y hasta hace refrigerios. “Cuando no vienen yo me siento bien triste”, explica, ya que para ella estos jóvenes son familia.
También son familia los árboles, a los que califica, entre lágrimas, como unos hijos “adoptados”.
El vivero, una pieza clave de Suma un Bosque
El proyecto trabaja en la construcción de un vivero comunitario sobre el terreno que recibirá los árboles donados y en el que se podrán sembrar ejemplares a partir de las semillas recolectadas en el bosque.
En la construcción del vivero trabajan integrantes de la comunidad, voluntarios, grupos de universidades e incluso de empresas interesadas en el proyecto.
Uno de ellos es Mario César Contreras, que con solo 13 años ha participado en tareas como clavar los hoyos y asistir con las herramientas. Su padre quería que se involucrara en alguna actividad del estilo, se acercó y lo que encontró lo convenció. “Poco a poco fui viendo que era bien bonito”, dice a CNN. “Me voy a quedar aquí”.
La visión de Contreras trasciende con creces la frontera del cerro Tecana. “Siento que estamos haciendo cosas buenas para ayudar no solo a la colonia sino al mundo, para nuestra supervivencia, y para que nosotros vivamos más felices que no destruyamos, sino que creemos”.
Mano a la obra: el paso a paso de una reforestación exitosa
El proceso para hacer una reforestación exitosa en el cerro comienza mucho antes de cavar los hoyos para plantar los árboles y termina, como mínimo, tres años después.
Es necesario, primero, contar con un listado de los árboles nativos que se pueden plantar en el cerro, que se arma con ayuda de expertos, explicó Gavarrete. Además, se toman muestras de los suelos para analizar la adaptabilidad de las especies a plantear.
Luego toca poner el operativo en marcha: comunicar el proyecto, conseguir las donaciones, convocar a los voluntarios y finalmente llegar al terreno con ellos.
Entonces se cavan los hoyos y se plantan los árboles, utilizando estacas para que tengan una guía que los acompañe en el crecimiento, que depende de la pendiente del lugar. En esa instancia usan fertilizantes orgánicos. Además, si hay ganado cerca, es necesario cercar los lugares.
El trabajo no acaba allí: luego hay que hacer un mantenimiento que es de tres años como mínimo, explica la bióloga. Esto implica visitar de manera sistemática los árboles plantados, echarles agua si es necesario, constatar que todo va bien y, si es necesario, reemplazar ejemplares.
Gabriela, Caleb y Marcela trabajan, de manera incansable, por un cambio sostenible en el Tecana. Pero son conscientes que necesitan más recursos. El financiamiento, explicó Gabriela, es uno de los objetivos a futuro. Y, además, para ellos, es fundamental que el Gobierno reconozca al cerro como área protegida, lo que permitiría mejorar su manejo.
Sus esperanzas están puestas en un mejor futuro, que están labrando con sus propias manos en el presente.
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