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El primer ministro japonés, Yoshihide Suga, había señalado hace algunas semanas que el gobierno se encuentra averiguando qué hacer con toda el agua contaminada que se encuentra acumulado en la planta de energía nuclear de Fukushima I, que fue destruida tras el terremoto, y posterior tsunami, que azotó las costas del país nipón en 2011.
La último opción que ha barajo Suga es el controvertido plan de liberar el agua en el Océano Pacífico. Según consigna The Japan Times, esta opción es “inevitable” ya que pronto la planta se quedará sin espacio para almacenar el agua subterránea contaminada que se está filtrando en las instalaciones.
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Durante años, funcionarios japoneses se han encontrado debatiendo cómo contener de una mejor manera el agua contaminada, sin embargo, el único plan viablemente sostenible es purificar el agua lo mejor posible que se quedó estancada. Ya que contemplaba diluir el tirito (isótopo natural del hidrógeno) radiactivo para luego comenzar con el proceso de limpieza y deshacerse de él en el transcurso de 30 años.
“Qué hacer con el agua (tratada) es una tarea que el gobierno ya no puede posponer sin establecer una política”, señaló el ministro de Comercio japonés, Hiroshi Kajiyama.
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Señalan que Suga tomará una decisión final y formal el próximo martes. Si el Gobierno procede con este plan, diluirán el tritio a solo 2.5% de la concentración máxima permitida por los estándares nacionales antes de deshacerse de él.
Esto significa, que el agua no será peligrosa para la gente. Sin embargo, para los pescadores este plan es considera impopular, debido a que están preocupados por una baja en sus ventas, debido a que “nadie quiere comprar pescados capturados en aguas radiactivas“.
Las inquietudes de los pescadores no es menor, ya que actualmente 15 países y regiones aún tienen restringido la importancia de alimentos provenientes desde la prefectura de Fukushima.
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