Las abejas, moscas, mariposas, polillas, mosquitos, entre otros, son capaces de detectar los aromas de las de flores y feromonas mediante “nubes” de olor.

Aunque parezca increíble, según investigadores de la Universidad de Nevada, los insectos voladores (en especial los polinizadores) utilizan las nubes que pueden “desplazarse como el humo” y se forman cuando el viento arrastra moléculas de olor desde su fuente.

“Estudiamos la dinámica del viento en la subcapa de rugosidad superficial. Por tanto la mayoría de las teorías de similitud atmosférica conocidas que describen las propiedades del perfil del viento no son aplicables”, explicó en un comunicado Jaleesa Houle, coautora del estudio, sobre el método de análisis.

Los investigadores calcularon la desviación estándar en la dirección del viento en diferentes ventanas de tiempo para todos los puntos a lo largo de cada recopilación de datos.

De este modo, los expertos recogieron datos de vientos cercanos a la superficie de estepas de salvia o pastizales repletos de arbustos. También en bosques y zonas urbanas del norte de Nevada.

Según los investigadores la variabilidad de la dirección del viento cerca de la superficie disminuye con el aumento de la velocidad de este. Por otro lado, aumenta en entornos con una “mayor complejidad superficial”.

“Esto es importante porque los insectos suelen rastrear las nubes de olor a velocidades de viento más bajas”, indicó Houle.

Houle y Floris Van Breugel plantean que “puede existir un rango óptimo de velocidad del viento y complejidad de la superficie ambiental para ayudar a los insectos a localizar una fuente de olor”.

Los hallazgos fueron publicados en la revista Physics of Fluids.

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