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En medio de la crisis por la propagación del COVID-19, Greenpeace resumió algunas de las dudas más frecuentes que han aparecido en este período y que busca despejar la relación entre el avance de la pandemia con el cambio climático y el medioambiente.
A pesar de las bajas que se han producido en las emisiones de países como China, informes de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) dan cuenta de que lo niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera entre enero y marzo de este año son incluso superiores al que había en igual período del 2019.
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A continuación algunas de las respuestas de Greenpeace en esta materia:
¿Existe un vínculo entre la pandemia de coronavirus y el cambio climático?
La hipermovilidad humana fue, sobre todo, lo que favoreció la pandemia de coronavirus. De hecho, si las personas hubieran disminuido cada vez más sus traslados, el contagio habría sido más limitado. Este es el objetivo del encierro. Pero las enfermedades infecciosas se ven favorecidas por el cambio climático y la destrucción de la biodiversidad. Algunos animales, como los mosquitos, extienden sus territorios y, por lo tanto, propagan enfermedades infecciosas más fácilmente.
¿Disminuyeron realmente las emisiones de CO2 desde el comienzo de la crisis de COVID-19?
Sí. Esta disminución tan significativa está directamente vinculada a la reducción drástica de las actividades industriales que dependen en gran medida del carbón y el petróleo. Del mismo modo, la desaceleración de la movilidad de las personas, en particular la vinculada al tráfico aéreo global (un sector que emite gases de efecto invernadero), parece conducir mecánicamente a una caída de las emisiones de CO2.
Sin embargo, no hay nada de qué alegrarse. Estos descensos únicos se producen después de un largo período de aumento contínuo: los últimos cinco años fueron los más calurosos y además, 19 de los 20 años en los que se registró mayor temperatura corresponden a este siglo. Sumado a esto, actualmente las emisiones de CO2 en los hogares están subiendo de manera drástica.
¿Deberíamos temer un repunte en la contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero, una vez que la crisis del coronavirus haya pasado?
Con el aplazamiento de la COP26, corren riesgo las principales decisiones internacionales que necesitamos para enfrentar otras dos emergencias: el cambio climático y el colapso de los seres vivos y las industrias más contaminantes, como el sector aéreo, ya buscar obtener nuevas desregulaciones, y enterrar los estándares ambientales y sociales con el pretexto de volver al crecimiento económico.
Por lo tanto, podemos temer un repunte de las emisiones de CO2 si el plan de recuperación apunta a restituir el crecimiento a cualquier costo. Deben diseñarse planes de recuperación que prioricen a los ciudadanos, su salud, su bienestar, su medio ambiente y el clima, y no a las industrias contaminantes.
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¿De qué manera concreta se está visualizando este vínculo entre cambio climático y coronavirus en Chile?
Estudios internacionales advierten que Chile está apenas a un paso de ingresar al exclusivo grupo de las 17 naciones del planeta con mayor hídrico. El hecho es que el avance del coronavirus ha encontrado a Chile es una situación especialmente vulnerable en abastecimiento de agua, cuando la gran barrera de contención a la pandemia consiste en lavarse de manera constante las manos.
Lamentablemente, hoy al menos 350 mil chilenos carecen de un abastecimiento apropiado de agua para poder contener el COVID-19. La falta de agua ya no puede ser vista más como un tema puramente medioambiental, sino que con esta situación de coronavirus queda en evidencia que se trata de una cuestión estratégica para el país que tiene que ver con la salud y vida de las personas.
Otras preguntas como estas las responde Greenpeace en su sitio web.
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