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La administración del presidente Donald Trump está revocando la medida más fuerte del gobierno de EE.UU. de combatir la crisis climática, debilitando las reglas que obligan a las compañías automotrices a producir vehículos más eficientes en combustible. Los críticos dicen que la medida conducirá a una contaminación del aire más peligrosa para la vida y obligará a los estadounidenses a gastar más en gasolina.
Los cambios a las regulaciones, que habían sido impulsadas en la presidencia de Barack Obama, permitirán que los vehículos emitan alrededor de mil millones de toneladas más de dióxido de carbono (CO2), lo que equivale a aproximadamente una quinta parte de las emisiones anuales de Estados Unidos.
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Los expertos dicen que el mundo está muy lejos de enfrentar la emergencia climática, luego de un año de calor récord, aumento del hambre, desplazamiento y pérdida de vidas debido a temperaturas extremas y desastres climáticos.
Se espera que Trump promueva la nueva regla como un impulso a la economía estadounidense, que ha sido golpeada por la pandemia de coronavirus. Su administración dice que debilitar los estándares hará que los autos sean alrededor de US$ 1.000 más baratos, lo que llevará a los estadounidenses a comprar modelos nuevos y más seguros con mayor frecuencia y provocará menos muertes por accidentes.
Miles Keogh, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Agencias de Aire Limpio, una organización de reguladores aéreos locales y estatales, calificó el momento del cambio de reglas como atroz. “Sabemos que el coronavirus se alimenta de personas con problemas respiratorios, y esta regla del aire sucio hará que más estadounidenses sean vulnerables“, consignó The Guardian.
El cambio de reglas se produce cuando muchas comunidades en Estados Unidos están viendo una disminución en la calidad del aire, como resultado del cambio climático, los incendios forestales, las temperaturas más altas, los retrocesos regulatorios y el cumplimiento deficiente de las regulaciones, dijo Paul Billings, vicepresidente senior de la Asociación Estadounidense del Pulmón.
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Los efectos serán peores en las comunidades cercanas a las instalaciones de procesamiento de petróleo y las carreteras, a menudo las personas de color y los estadounidenses más pobres.
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