Un equipo internacional de científicos ha identificado un nuevo tipo de erupción volcánica en el Kīlauea, Hawái, tras analizar una serie de 12 explosiones consecutivas ocurridas en 2018. Este descubrimiento, que arroja luz sobre la dinámica de las erupciones volcánicas, fue publicado recientemente en la revista Nature Geoscience.

Las explosiones, que lanzaron columnas de fragmentos de roca y gas caliente al aire, fueron impulsadas por aumentos repentinos de presión a medida que el suelo colapsaba, similar al funcionamiento de un cohete de juguete. “Estas erupciones son bastante interesantes en el sentido de que no parecen involucrar magma fresco ni agua subterránea significativa”, explicó Josh Crozier, quien lideró la investigación durante su doctorado en la Universidad de Oregón, para EurekAlert

El Kīlauea, uno de los volcanes más activos del mundo, fue escenario de una secuencia de eventos que incluyó devastadores flujos de lava desde la ladera inferior del volcán, desplazando a miles de residentes de la Isla de Hawái. La cadena de explosiones en su cumbre proporcionó una oportunidad única para estudiar un fenómeno inusual en vulcanología: erupciones regulares y consecutivas.

Los investigadores, utilizando datos recopilados por la nave espacial Mars Express y diversas herramientas de monitoreo del Observatorio Vulcanológico de Hawái, descubrieron que antes de cada explosión, el magma se drenaba lentamente de un reservorio subterráneo, alimentando los flujos de lava a 40 kilómetros de distancia. Este drenaje causaba el colapso del suelo sobre el reservorio, incrementando la presión y expulsando gas magmático y fragmentos de roca a través del cráter del Kīlauea.

Este descubrimiento abre nuevas vías para combinar mediciones de sensores con simulaciones por computadora para evaluar mejor los peligros de las erupciones volcánicas.

El estudio sugiere que este mecanismo de erupción, descrito por primera vez en el Kīlauea, podría no ser exclusivo de este volcán. Con estos nuevos hallazgos, los vulcanólogos esperan mejorar las predicciones y advertencias sobre futuras erupciones volcánicas, proporcionando una herramienta crucial para la mitigación de desastres y la protección de las comunidades en riesgo.

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