Cada año, la industria textil representa el 10% de las emisiones de CO2 o dióxido de carbono a nivel global. Del porcentaje de ropa que se recoge para su reutilización o reciclaje es menos de un tercio en Francia y solo el 15% en Estados Unidos, por ejemplo.
Así nació FabBRICK, una empresa la diseñadora francesa Clarisse Merlet que fabrica ladrillos decorativos y aislantes a partir de ropa vieja. El componente básico de los ladrillos es ropa triturada, que es adquirida ya molida.
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Cada ladrillo usa el equivalente a dos o tres camisetas, se puede usar cualquier tipo, no sólo algodón, también poliéster, elastano o PVC. Los restos se mezclan con un pegamento ecológico que ha desarrollado ella misma, y luego se prensan en un molde para ladrillos.
Los ladrillos húmedos se sacan del molde y se dejan secar durante dos semanas antes de usarlos. Son resistentes al fuego, la humedad y constituyen un excelente aislante térmico y acústico. Son aptos para separar habitaciones y decorar paredes en tiendas, sobre todo en las que se vende ropa.
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En lo que respecta a la construcción, los ladrillos no pueden usarse para trabajos estructurales, pero Merlet está trabajando en ello y espera que puedan usarse en el futuro.
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