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Las enfermedades que pasan del mundo natural a infectar a los humanos, como el COVID-19 producido por el virus SARS-CoV-2 y responsable de la actual pandemia, no son nuevas pero su incidencia puede aumentar a medida que la misma humanidad va alterando el equilibrio sistémico del planeta y destruyendo hábitats naturales, así lo reveló una nueva investigación.
No solo el coronavirus, otros patógenos como el virus del VIH, Zika, Sars y Nipah, se originaron en animales y pasaron a los humanos por la interacción invasiva de estos en el mundo natural. Es lo que se conoce como enfermedades zoonóticas o zoonosis.
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“El cambio en el uso de la tierra, por ejemplo, la conversión de hábitats naturales en ecosistemas agrícolas o urbanos, es ampliamente reconocido por influir en el riesgo y la aparición de enfermedades zoonóticas en humanos“, indica el resumen del nuevo estudio publicado en la revista Nature.
Los resultados fueron producto de una investigación que analizó 6.801 ensamblajes ecológicos y 376 especies hospedadoras en todo el mundo. “Demostramos que el uso de la tierra tiene efectos globales y sistemáticos en las comunidades hospedantes zoonóticas locales“, dicen los autores en el documento.
Sin embargo, si tales cambios en el riesgo están respaldados por cambios ecológicos predecibles, aún no está claro, agregan. “Se ha sugerido que la alteración del hábitat podría causar cambios predecibles en la diversidad local y la composición taxonómica de los potenciales huéspedes de reservorios, debido a diferencias sistemáticas, mediadas por rasgos, en la resistencia de las especies a las presiones humanas”.
Son incalculables los patógenos y parásitos que pueden ser compartidos por la vida silvestre y los humanos, pero para que pasen de los animales a las personas se requiere una interacción que, por lo general, va contra las leyes naturales y el respeto por los ecosistemas.
Existen especies especialmente propensas a transmitir virus y enfermedades a los humanos, señala el estudio. “La magnitud de este efecto varía taxonómicamente y es más fuerte para las especies hospedadoras zoonóticas de roedores, murciélagos y aves paseriformeslo que puede ser un factor que sustenta la importancia global de estos taxones como reservorios zoonóticos”.
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Los hallazgos de esta investigación son útiles a la hora de evaluar cómo la humanidad está usando los espacios naturales y afectándolos al punto que se convierten en un arma biológica inesperada contra las propias personas. Establecer zonas protegidas y reducir la explotación de áreas naturales es clave.
“Nuestros resultados sugieren que los cambios globales en el modo y la intensidad del uso de la tierra están creando interfaces peligrosas en expansión entre las personas, el ganado y los reservorios de enfermedades zoonóticas“, aseguran los autores.
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