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El verde e inesperado cambio comenzó el 25 de marzo, cuando la energía solar, eólica e hidroeléctrica produjeron más que el carbón. Pese a que la mayor causa es la paralización de actividades, también influyeron otros factores: la baja demanda produce que el carbón sea la primera fuente de energía que los servicios públicos cortan, las fuentes renovables subsidiadas son más baratas de operar y tienden a estar respaldadas por los mandatos estatales.
También incidió el aumento estacional de energía solar e hidroeléctrica. Todo aquello produjo que Estados Unidos -el segundo país más contaminante con CO2- lleve cuarenta días seguidos abasteciéndose de energía eléctrica, principalmente a través de fuentes limpias.
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Según datos de la Energy Information Administration (EIA) de Estados Unidos, las energías renovables “generaron más electricidad que el carbón todos los días en el reciente mes de abril”. El Institute for Energy Economics and Financial Analysis (IEEFA), que lleva a cabo investigaciones y análisis financieros relacionados con la energía y el medio ambiente, había pronosticado que la generación de energía a partir de energías renovables, superaría al carbón en 2021. Pero estas estimaciones se adelantaron, ya que en el primer trimestre de 2020, la generación renovable superó inesperadamente el carbón. Este fenómeno continúa y hay grandes probabilidades de que se mantenga durante todo el año 2020.
La investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, coordinadora de la Red de Pobreza Energética y académica de la Facultad de Ciencias Sociales U. de Chile, Anahí Urquiza, explica para Desafío Tierra: “Es una buena noticia, porque demuestra que la transición energética ha avanzado significativamente a pesar de la falta de voluntad política de la autoridad central. Esto demuestra que existen las condiciones de mercado, las tecnologías y la infraestructura para escalar el uso de energías limpias”.
Sin embargo, la experta agrega que “no es suficiente y estamos lejos de las metas de reducción de emisiones que deberíamos cumplir para mantener la temperatura bajo 1,5ºC. Acá las voluntades de las autoridades a nivel internacional son fundamentales, ya que esta disminución del uso de energías sucias debe ser sostenido y definitivo”.
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El director ejecutivo de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (ACERA), Carlos Finat, califica como una gran noticia lo que ocurre en Estados Unidos y asegura para Desafío Tierra: “En parte, ese logro se debe a la baja de la demanda que resulta del menor nivel de actividad, que generan las medidas sanitarias que se han tomado contra el COVID19, pero de igual manera, esta situación es un claro indicador de que el sistema eléctrico de USA no depende más del carbón, cuya participación será cada vez menor con el masivo ingreso de las renovables”.
Fenómenos “pasajeros” del confinamiento
“Que en el contexto de confinamiento bajen las emisiones es solo pasajero, suele suceder en las diferentes crisis y si esto no es abordado con esfuerzos profundos de transformación para la reactivación económica, lo que suceda post crisis puede ser totalmente contraproducente: aumentando las emisiones, sacrificando los esfuerzos ambientales por privilegiar actividad económica a cualquier precio, retroceso en los compromisos internacionales por urgencias locales, etc. Esto es realmente peligroso”, asegura Urquiza.
Sobre si estos episodios tendrán efectos de largo plazo, Finat explica: “Aún está por verse cuál será la duración de esta pandemia y, por consiguiente, cuánto durarán las medidas de confinamiento, pero de lo que no cabe duda es que, a su término, la demanda eléctrica va a volver a aumentar y es esperable que la participación de las renovables también aumente, debido a la gran cantidad de proyectos eólicos y solares actualmente en construcción”.
Añade que desde el punto de vista de las emisiones, “la pandemia ha provisto al mundo de un respiro y esperamos que se mantenga en el tiempo y, es acá donde el protagonismo de las energías renovables nuevamente toma fuerza”. El director ejecutivo de ACERA, espera que “con la crisis sanitaria no nos olvidemos de que la crisis climática se mantiene, si no que -al contrario- tomemos mayor impulso”.
Planificar para transformar
Un cambio definitivo como es el que necesitamos, requiere planificación y voluntad. Sobre comenzar a imaginar una transformación permanente hacía energías verdes, Anahí Urquiza, expresa que sin duda es el momento, “el mundo paró y costará volver a moverlo como estaba. Hay dos caminos, o seguimos por las alternativas preexistentes, siempre más fácil y rápido, profundizando la crisis ecológica, o aprovechamos el freno para mover el timón y reactivar la economía bajo un paradigma nuevo, donde la reducción del consumo de productos y de energía directa, la reutilización de los productos, el reciclaje para reutilización de las materias primas y la utilización a gran escala de energías limpias es una condición necesaria”.
Añade que “Este es un dilema colectivo, pero donde tenemos la oportunidad única de reinventarnos, alejándonos de las futuras crisis que sin duda llegarán al mantener el camino tradicional. Ya sabemos que es posible, ahora debemos hacerlo”.
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Para Carlos Finat es momento de planificar una “recuperación verde” luego de la pandemia. “Este concepto señala que, para la vuelta a la nueva normalidad, que se dará una vez que la pandemia esté controlada, será necesario realizar nuevas inversiones y esas inversiones deberían privilegiar la sustentabilidad, incluyendo la mitigación de emisiones de GEI. En esa línea, el desarrollo de las energías limpias para seguir avanzando hacia una transición energética total de Chile y el mundo sigue siendo una de las alternativas más eficientes económica, ambiental y socialmente hablando y podría tomar aún más fuerza”.
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