Para finales de siglo, decenas de millones de personas podrían perder el acceso a agua subterránea potable debido al cambio climático. Un modelo global desarrollado por un equipo internacional de investigadores, y publicado en publicada en Nature Geoscience, muestra que el aumento de las temperaturas puede convertir los suministros de agua subterránea poco profundos en sumideros tóxicos.

En el peor escenario, casi 590 millones de personas en 2100 podrían depender de fuentes de agua que no cumplen con los estándares más estrictos de agua potable.

El agua subterránea, atrapada en rocas porosas justo debajo de la superficie, puede contener minerales disueltos, contaminantes y patógenos potenciales. Calentar estos reservorios solo uno o dos grados puede ser catastrófico, robando oxígeno y facilitando el crecimiento de bacterias peligrosas, o disolviendo concentraciones excesivas de metales pesados como el arsénico o el manganeso.

“Ya hay alrededor de 30 millones de personas que viven en regiones donde el agua subterránea es más cálida de lo estipulado en las pautas más estrictas de agua potable”, afirmó Susanne Benz, autora principal del estudio y geocientífica en el Instituto de Tecnología de Karlsruhe en Alemania, para ScienceAlert. Esto significa que el agua puede no ser segura para beber sin tratamiento.

Incluso en regiones con grandes reservorios superficiales, las descargas de agua subterránea calentada podrían alterar las dinámicas clave que mantienen el agua segura para el consumo humano. Bajo un escenario de poco cambio en las emisiones de carbono, entre 77 y 188 millones de personas podrían vivir en áreas donde el agua subterránea no cumple con los estándares de potabilidad para 2100.

El equipo ha desarrollado una aplicación interactiva de Google Earth Engine para permitir que cualquiera explore los cambios proyectados en su área. “Nuestros resultados muestran cuán importante es tomar medidas para proteger el agua subterránea y encontrar soluciones duraderas para contrarrestar el impacto negativo del cambio climático en el agua subterránea”, concluye Benz.

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