(CNN Español) – Cada vez más, los jaguares comen perros en México. Mientras tanto, los carpinchos “conquistan” terreno en la provincia de Buenos Aires. A miles de kilómetros de distancia, una manada de elefantes abandona su hogar en China y comienza una larga travesía. Y en los Andes, osos de anteojos bajan de la montaña para conseguir alimento. ¿Por qué están actuando así? Lo que les ha pasado este año a osos, jaguares, elefantes, carpinchos y otras tantas especies tiene una explicación: los seres humanos.

A lo largo y ancho del planeta, en este 2021 fuimos testigos de cómo animales a los que habitualmente solo veríamos en una reserva natural o un zoológico avanzan sobre nuestros entornos humanos. Y no se trata solo de aquellos momentos al comienzo de la pandemia cuando nos encerramos y vimos cómo andaban a sus anchas por calles y ríos. Se trata de animales que cada vez están más cerca de nosotros ahora que ya estamos en las calles nuevamente, algo que en algunos casos puede ser peligrosos si no sabemos gestionarlo.

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¿Por qué sucede esto? Por la intervención de los seres humanos en los hábitats naturales, explican a CNN en Español María José Villanueva, directora de Conservación WWF México y líder de la Iniciativa Jaguar en América Latina, y Jeffrey Parrish, director general de Protección de los Océanos, las Tierras y el Agua de The Nature Conservancy.

¿Qué ves en esta foto?

Crédito: Rhona Wise/AFP vía Getty Images

“Un ciervo cruzando una carretera”. Probablemente esa sea tu respuesta si te preguntan qué ves en esta foto. Sin embargo, hay otra respuesta posible: “una carretera cruzando un bosque”.

Este ejemplo (que Villanueva tomó de un colega) “sirve mucho para ilustrar lo que está pasando con la vida silvestre”, dice. “A medida que el ser humano ha ido conquistando fronteras, hemos estado perdiendo estos espacios naturales y las especies necesitan de esa dinámica de los ecosistemas para poder desarrollar su ciclo de vida”, explica.

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Lo que está sucediendo con estas especies no es, como muchos dicen, que están invadiendo nuestros espacios, sino lo contrario. En palabras de Vilanueva, “el fenómeno que explica esta interacción es que (los humanos) estamos invadiendo estos espacios naturales”. Jeffrey Parrish utiliza otro verbo: interviniendo. Estamos interviniendo sus hábitats y estas especies los necesitan para desarrollarse.

Las cifras abundan y hablan por sí solas. Aquí, una que resume bastante el panorama: solo el 3% de los ecosistemas permanece intacto, según un estudio publicado este año.

Jaguares que comen perros

Villanueva pone el ejemplo de una colega que compró un terreno en Quintana Roo, México, y allí un jaguar se comió a su perro.

¿Por qué? Los jaguares tienen cada vez menos espacios para cazar. Los jaguares tienen cada vez menos presas, ya que se cazan para el consumo humano. Y los perros, lentos y en abundancia, son como un “manjar” para los jaguares, que están hambrientos.

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El resultado es que cada vez más los usan como fuentes de alimento y para enseñar a sus crías a cazar.

Detrás de esto, lo que sucede es que los jaguares han perdido cerca del 50% de su hábitat original “y “esto ha llevado a que procesos en los que ellos se movían grandes extensiones para buscar pareja, para buscar alimento, ya no lo pueden hacer porque ya tienen una carretera o tienen un complejo turístico (en medio)”, dice Villanueva.

Elefantes superinteligentes

¿Piensas que los elefantes que hacen largas travesías están despistados? ¿Que por ahí no saben a dónde van? Todo lo contrario. “Los elefantes son superinteligentes y pueden pasar información de una generación a otra generación”, explica Parrish. Esto incluye una memoria sobre los movimientos que han hecho sus antepasados, que hace que los elefantes sigan recorriendo los mismos lugares que hace miles de años, con la diferencia de que esos lugares ahora están intervenidos.

En el caso de los elefantes particularmente, el conflicto con los humanos ha crecido en las últimas décadas, como explican en esta nota de CNN Jessie Yeung y Kocha Olarn.

Estos casos han llamado especialmente nuestra atención. Y no es para menos. Imagínate estar haciendo el café del desayuno, mirar por la ventana, y ver carpinchos donde antes solo había hormigas. O que tu perro se enfrente con un jaguar. O que un elefante se choque contra tu casa.

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Sin embargo, explica Villanueva, lo cierto es que nosotros estamos constantemente en contacto con las especies: muchas veces los animales están ahí y simplemente no los vemos. Estos ejemplo, entonces, sirven como recordatorio: están ahí.

El factor cambio climático

A la intervención de los hábitats hay que sumar otro factor también causado por los humanos: el cambio climático.

“Algo más que complica la situación es que con el cambio climático están moviendo los hábitats, muy lentamente, pero se están moviendo los hábitats y los diferentes recursos que necesitan los animales”, explica Jeffrey Parrish, entonces los animales necesitan moverse hacia nuevos lugares para obtener los recursos necesarios para sobrevivir.

(En este contexto, cabe recordar que los científicos definieron que el calentamiento global debería limitarse a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales para evitar las peores consecuencias del cambio climático y que, pese a las múltiples advertencias, avanzamos hacia un aumento de 2,7 grados Celsius).

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Sí, hay soluciones al nuestro alcance

Detener la degradación de los hábitats es fundamental. “El cambio en el uso de suelo debe parar”, dice Villanueva, “y no debemos seguir expandiendo nuestra marcha urbana”, lo que puede lograrse con una mejor planificación.

Además de conservar los hábitats, Parrish explica la necesidad de trabajar en los corredores que permitan a las especies desplazarse por donde encuentren conveniente.

Tenemos que establecer corredores para que se puedan mover con seguridad. Esos corredores pueden ser, por ejemplo, un sendero para conectar dos núcleos de hábitats, como una autopista que conecta dos ciudades”, explica. Las especies necesitan lo mismo, especialmente en un país cada vez más cálido y más concurrido.

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Villanueva apunta a esta misma solución con un ejemplo: si tenemos dos áreas protegidas donde habita el tapir y en el medio un cultivo agrícola, hay que trabajar para que cuente con la infraestructura adecuada para que el tapir pueda moverse de una zona a la otra.

¿Te parece lejano este problema? Sea que vivas en el quinto piso de un edificio de Miami o del centro de Caracas, hay algo que también puedes hacer, según Villanueva: moderar el consumo. “Esto no va a frenar si nosotros no dejamos de consumir a este nivel. Entonces hay que bajarle al consumo, producir mejor y conservar lo que nos queda”.

En definitiva, en palabras de Villanueva, se trata de un cambio de narrativa que impulse una manera diferente de actuar: “Tenemos que pasar de la narrativa ‘humano vs. naturaleza’ a ‘humano dentro de la naturaleza’ (…) Transformar el conflicto en coexistencia”.

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