El 29 de julio el planeta Tierra completó su giro 1,59 milisegundos antes de cumplir las 24 horas. Con esto, registramos el día más corto desde la invención del reloj atómico.
Nuestro planeta no veía un día tan corto desde la víspera del Año Nuevo en 2016, cuando los relojes del mundo se detuvieron para permitir que la Tierra estuviera acorde a la medición entregada por los relojes atómicos.
Científicos han indicado que recientemente nuestro planeta ha aumentado la velocidad de rotación. Si bien desconocen la causa de esta fluctuación en la velocidad, creen que está relacionado con el fenómeno bamboleo de Chandler, el cual explica la desviación del eje de rotación de la Tierra.
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A diferencia de lo que creemos, el planeta no se guía de forma redonda en su mismo eje, ya que el giro que conocemos como día y noche no siempre ocurre en su eje, alineación entre polos, porque tenemos una desviación.
Esto tiene relación con que los polos están ligeramente aplastados y en la línea del ecuador se presenta una protuberancia, lo que termina dando por resultado un giro elíptico.
Asimismo, científicos han planteado teorías de que la gravedad de la Luna y las mareas oceánicas podrían alterar su rotación, como también el deshielo de los glaciares, lo que produce que el planeta pierda peso en los polos.
Importancia del reloj atómico
Aunque no lo creas, ese horario que siempre estamos observando está fijado por un tipo de reloj que utiliza las frecuencias de resonancia de átomos como su resonador y está ubicado sólo en 340 partes del mundo.
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En Chile, el reloj atómico de cesio está ubicado en el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) -en servidores de la empresa Amazon- y tiene su origen entre las décadas del ’70 y ’80.
Desde su creación en 1949, se fijó la duración exacta del segundo a 9.192.631.770 ciclos de un átomo de cesio 133 a una temperatura cero en absoluto.
El resonador del reloj está regulado por la frecuencia de la radiación electromagnética de microondas emitido o absorbido por la transición cuántica de un átomo o molécula.
Si la Tierra vuelve a experimentar un nuevo día corto, esto podría traer problemas a todos los aparatos tecnológicos que se rigen por lo establecido por el Tiempo Atómico Internacional (TAI) y se barajaría la posibilidad de agregar un nuevo año bisiesto
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