La COP25 es mucho más que el mayor evento que Chile ha organizado desde el Mundial del 62. Es una oportunidad, tal vez de las pocas que nos quedan antes que sólo queden lamentarse frente al cambio climático.
El IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) lo ha advertido: cada medio grado cuenta. Y por lo tanto, la COP25 es LA oportunidad para que los gobiernos se coordinen y tomen medidas concretas para cumplir con las metas para reducir gases de efecto invernadero. Limitar a 1,5 grados el incremento de la temperatura respecto de la era preindustrial.
La COP o Conferencia de las Partes nació de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático que se realizó en Río de Janeiro en 1992. Simbólico que ese país hoy rechazara ser sede y fuera otro latinoamericano el que tomara la posta.
Cierto, cada medio grado cuenta, pero también cada país cuenta. No basta con los ciudadanos, se necesitan naciones enteras y gobiernos decididos.
En diciembre seremos confrontados a nuestras contradicciones: anfitriones de una cumbre, mientras decidimos que los más pobres se enfermen en las “zonas de sacrificio” porque para ellos el desarrollo no es sustentable.
Porque somos un país vulnerable a 9 de 10 m factores de riesgo frente al Cambio Climático y no entendemos que lo que nos falta no es el cómo sino el cuándo. Que tomarse en serio esto, implica afectar intereses económicos poderosos.
Para Chile es la oportunidad mostrar liderazgo en este tema. Una buena noticia es la meta de ser carbono neutral al 2040. Somos los ciudadanos los llamados a cobrarles la palabra a nuestras autoridades.
Es que si ésta no es la COP de las decisiones, no será nada. Y les habremos robado el futuro a quienes tiene derecho a ser los próximos habitantes de un planeta donde el azul y el verde aún existan.
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