Cambiar las características de los materiales que se usan hoy es todo un desafío para los productos de alto consumo. Hay empresas que ya asumieron este desafío, reciclan más, con menos volumen y además, con menos energía.
Quizás es el mejor remedio para combatir la sensación de intenso calor, refresca e hidrata. El consumo de agua embotellada se dispara con la llegada del verano.
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Las ansias de saciar la sed veraniega traen consigo una inevitable consecuencia: un aumento en la cantidad de botellas desechables, que llegan como residuo a la basura.
Sin embargo, su destino final no tiene por qué ser un vertedero. Cada día son más las botellas que llegan de plantas recicladoras para pasar a ser escamas de PET, materia prima para muchos productos.
“El PET, además de tener el potencial de transformarse en un nuevo envase, se puede aplicar para fibras sintéticas, la ropa que usamos y los aparatos que nos rodean” afirma Franz Kramer, gerente general de Anfaena.
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Un proceso que se trata de recolectar las botellas, separarlas por tipo y luego molerlas. Trabajo que ocupa mucho tiempo y energía, que se hace imperativo simplificar.
Y eso es lo que actualmente están realizando las grandes empresas, con la aparición de envases más simples, compactos y flexibles.
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