(CNN) – Las rosas, conocidas por su belleza y sus pinchos afilados que protegen los capullos de los animales, no son las únicas plantas que utilizan este mecanismo de defensa. Otras flores, como las flores de araña, las zarzamoras (responsables de las frambuesas y moras), y ciertos cultivos como tomates, berenjenas, cebada y arroz, también tienen pinchos. Aunque estas especies evolucionaron de manera separada a lo largo de millones de años, comparten esta característica espinosa gracias a una familia de genes ancestral, según un estudio publicado en la revista Science.

Los genes Lonely Guy

El estudio revela que los genes Lonely Guy (LOG) son responsables de activar una hormona conocida como citoquinina, esencial para funciones celulares básicas y el crecimiento de las plantas. Estos genes, presentes en todas las plantas desde los musgos, han servido como guardianes del rasgo espinoso, activándolo y desactivándolo en diferentes especies a lo largo de millones de años.

Zachary Lippman, biólogo de plantas y coautor del estudio, explica que los pinchos han existido por al menos 400 millones de años y que la aparición independiente de esta característica en diferentes linajes es un ejemplo de evolución convergente. Esta adaptación se observa en especies que responden de manera similar a necesidades ambientales, como las alas en aves y murciélagos.

Impacto en la agricultura y más allá

El descubrimiento de los genes LOG no solo ayuda a los científicos a entender mejor la defensa de las plantas contra herbívoros, sino que también abre la posibilidad de crear variantes de plantas sin pinchos mediante técnicas de edición genética como CRISPR. Esto podría facilitar la cosecha y hacer más accesibles ciertos cultivos, como las pasas del desierto, que actualmente son difíciles de cultivar debido a sus arbustos espinosos.

La capacidad de eliminar los pinchos genéticamente también ofrece la oportunidad de estudiar más a fondo el papel ecológico de estas defensas físicas y mejorar los caminos de desarrollo de plantas para mejoras agrícolas.

Vivian Irish, bióloga de plantas de la Universidad de Yale, señala que esta investigación demuestra cómo los genes antiguos se reutilizan en diferentes especies para formar pinchos, y cómo la cooptación de estos genes en varios niveles podría ser una regla de la naturaleza.

Futuras aplicaciones

Entender los mecanismos detrás de los pinchos no solo tiene implicaciones prácticas para la agricultura, sino que también ofrece una visión más profunda de la evolución y adaptación de las plantas. Este conocimiento puede conducir a innovaciones en la forma en que cultivamos y utilizamos las plantas en el futuro, permitiendo un mejor rendimiento y nuevas posibilidades para la producción de alimentos.

Lippman concluye: “Cuanto más entendamos los mecanismos internos, más posibilidades tendremos de ajustar el sistema para mejorar su rendimiento“.

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