Veganismo: Es una filosofía, forma de vida, movimiento social, político y de justicia social, que busca excluir, en la medida de lo posible y practicable, todas las formas de explotación y crueldad hacia los animales por alimentación, cosmética, vestimenta, entretenimiento y cualquier otro propósito.
Cada día, en el mundo mueren más animales para consumo que los millones de personas que murieron en ambas guerras mundiales. De hecho, cada segundo mueren 3.000 animales producto de la industria alimentaria. Es difícil de imaginar la envergadura de esto, porque no lo vemos, está realmente fuera de nuestra vista y es porque la industria se esconde.
En algunos países, como Canadá, Estados Unidos y Australia, incluso se ha vuelto que activistas investiguen y graben los horrores de las granjas industriales y se los muestren al público. Pero nunca olvides que está pasando ahora mismo, mientras lees estas líneas.
¿Sabes cómo viven y mueren los animales que comemos? ¿Sabes que son animales bebés, que debido a su selección genética han crecido a un tamaño adulto en un tiempo récord, pero que mentalmente siguen siendo pequeños? ¿Sabes que sienten miedo en la fila del matadero, que escuchan los gritos, huelen la sangre, y están aterrados y confundidos? O que algunos luchan para liberarse, y otros incluso buscan cariño entre los humanos que están ahí. ¿Por qué nadie nos cuenta esto nunca para que podamos elegir si realmente queremos ser cómplices de esa atrocidad?
Nunca decidiste realmente si comer carne o no, porque nunca te contaron de dónde venía y qué otras opciones tenías. Y cuando lo averiguaste, si lo hiciste, probablemente ya era demasiado tarde: el hábito ya estaba ahí instalado y el mundo te lo hacía muy fácil, escondiéndote cómo viven y mueren los animales que tuvieron la mala suerte de nacer para ser consumidos. Además, te los presentaron como productos que están a mano, a un precio inigualable, sin ningún rastro de que antes eso —ese jamón, esa hamburguesa, esa salchicha— era un cerdo, una vaca, un pez o un pollo, y ahora es un pedazo de ese animal.
¿Qué hacer entonces? No es fácil cambiar de hábitos, lo sé. Por eso mismo, escribí un libro para ayudarte en este proceso: Cómo Ser Vegan Hoy, disponible desde el 1 de noviembre en librerías. Mi tesis es que es poco probable que una persona pueda ser realmente 100% vegana si eliminamos lo de posible y practicable. Hay productos animales en casi todo lo que usamos y consumimos: en el pavimento, en el pegamento de las zapatillas, en los autos y también en el transporte público.
Existe incluso una investigación de una diseñadora holandesa que siguió a un cerdo desde el momento en que muere (Pig 05049), y que descubrió que sus partes terminaron en más de 100 productos diferentes, muchos de los cuales no asociarías necesariamente a insumos de origen animal: vinos, balas, papel para lijar, las cápsulas de muchas medicinas, frenos de tren, moldes de aluminio, cigarros, jabón, pintura de pared, entre otros.
¿Cuál es la solución entonces? Abrazar el veganismo imperfecto en nosotros y en los demás. Muchas veces te encontrarás con situaciones en las que no será posible o práctico ser vegan. Pero eso no quiere decir que fuera de esa situación no puedas seguir siéndolo. Tal como si eres una persona deportista que corre todos los días, pero de pronto se lesiona o se va de viaje a un lugar donde es imposible correr, no dejarás de ser deportista. Y volverás a correr cuando te mejores de tu lesión o vuelvas de tu viaje.
Y si quieres ir un paso más allá, buscar productos certificados veganos. Porque si bien las personas no podemos ser 100% veganas, los productos sí. Y cada vez hay más. Sin ir más lejos, en Chile existen más de 1.500 productos certificados de todo tipo por la Fundación Veg con el Sello V-Label, y su número aumenta año a año.
Lo ideal es que siempre que puedas, elijas alguna de estas alternativas, porque recuerda también que cada cosa que compras, cada peso que gastas es un voto que le estás dando a una empresa y no a otra, a un producto por sobre otro, a una forma de hacer las cosas por sobre otra. Es justamente en este aspecto, como consumidoras y consumidores, especialmente de comida y alimentos, donde tenemos gran capacidad de incidir.
Quizás no puedas elegir si subirte o no a un tren cuyos frenos tienen insumos de origen animal, o si usar o no pintura o lijas con insumos de origen animal para las paredes de tu casa, pero sí puedes elegir qué comer y qué no. Como mínimo, tres veces al día tomas esa decisión. Y lo que eliges tiene un efecto directo en la vida de millones de animales.
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