En un esfuerzo pionero por reducir la dependencia de los plásticos tradicionales, académicos de la Universidad de Chile han creado películas biodegradables y vermicompostables a partir de alginato y cáscaras de huevo desechadas.

Esta innovadora solución, liderada por la profesora Carolina Valenzuela de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias (FAVET) y el profesor Felipe Oyarzun-Ampuero de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas (FACIQYF), promete una alternativa sustentable con aplicaciones en la industria alimentaria y médica.

Publicado en la prestigiosa revista científica Food Hydrocolloids, el estudio destaca el potencial de estas películas para degradarse completamente en un plazo de 14 a 21 días, representando una solución eficiente al problema ambiental de los residuos plásticos.

“Siempre buscamos formas de hacer la producción más sustentable y reutilizar desechos. Los plásticos no biodegradables son un problema enorme para la fauna, y las cáscaras de huevo son un residuo abundante en Chile,” comentó la profesora Valenzuela, académica del Departamento de Fomento de la Producción Animal de FAVET.

La investigación, titulada “Desarrollo de películas biodegradables y vermicompostables basadas en alginato y cáscaras de huevo de desecho“, revela que estas películas son más resistentes y menos elásticas a medida que aumenta el contenido de cáscara de huevo.

El proceso implica suspender el polvo de cáscara en una solución de alginato y glicerol, seguido de mezcla y secado. El resultado es un material altamente soluble en agua y completamente biodegradable en condiciones de vermicompostaje.

El profesor Oyarzun-Ampuero, director del Departamento de Ciencias y Tecnología Farmacéuticas de la U. de Chile, subrayó la importancia de la colaboración interdisciplinaria en este proyecto. “La combinación de conocimientos en producción animal y tecnología farmacéutica ha sido clave para este avance. Este tipo de colaboración ha permitido crear un material innovador que ha sido reconocido en una de las mejores revistas del ámbito de los alimentos,” explicó.

Las películas desarrolladas tienen aplicaciones potenciales en empaques alimentarios y como recubrimientos para la liberación controlada de fármacos en el ámbito médico. “Estas películas podrían revolucionar la forma en que empaquetamos alimentos y ofrecemos tratamientos médicos, contribuyendo significativamente a la economía circular al transformar un residuo problemático en un recurso valioso,” concluye la profesora Valenzuela.

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