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Es un espectáculo sin igual. Una enorme masa flotante surca el océano Pacífico y ha navegado miles de kilómetros desde hace un año, pero ahora arribó a las costas de Australia. Esta travesía alberga una misión de la naturaleza que sorprende gratamente a los científicos. Y es que su interacción con el ecosistema australiano podría revitalizar el sistema de arrecifes de coral más grande del mundo, que además está amenazado por la crisis climática.
Es una muestra y también una lección de la naturaleza de cómo es capaz de buscar solución al daño incalculable que sufren los ecosistemas marinos debido a la contaminación y el cambio climático. La plataforma volcánica que llegó a Australia es producto de una erupción ocurrida en 2019.
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Se trata de un raro fenómeno, pero no es la primera vez que ocurre. Hace dos década, una erupción del mismo monte submarino, un volcán sin nombre, simplemente llamado Volcán F o 0403-091, ubicado en el Pacífico Sur, cerca de las islas Vava’u en Tonga, produjo una flotilla rocosa similar a la que llegó este mes a Australia.
El producto expulsado por el volcán submarino hacia la superficie oceánica genera una especie de balsa de piedra pómez, que es porosa y por ello atrae a organismos marinos, como algas, percebes, corales, entre otros.
Es una fascinante dinámica restauradora natural que va navegando por el océano. Al llegar, llena de vida en su composición porosa, a la costa australiana puede ayudar a sembrar y reponer sistemas de coral en peligro de extinción como la Gran Barrera de Coral.
“Cada pieza de piedra pómez tiene su propia pequeña comunidad que ha sido transportada a través de los océanos del mundo, y hemos tenido billones de piezas de esta piedra pómez flotando después de la erupción“, dice el geólogo Scott Bryan de la Universidad Tecnológica de Queensland en Australia.
El geólogo ha estudiado por más de dos décadas las balsas volcánicas y cómo estas albergan y llevan biodiversidad marina a través de los océanos del mundo. Así lo hizo con la erupción que ocurrió en 2001 en esta misma localidad y la ocurrida el año pasado que generó la plataforma poroso que hoy representa una esperanza para la amenazada Gran Barrera de Coral de Australia.
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“No entendemos por qué algunas piedras pómez se hunden durante la erupción en el lugar y otras pueden flotar durante muchos meses y años en los océanos del mundo”, dice Bryan, pero confía en que un estudio más profundo entregará más datos para entender este tipo de fenómenos. “Esto nos ayudará a comprender los mecanismos y la dinámica de estas erupciones explosivas y comprender mejor por qué estas erupciones producen balsas de piedra pómez potencialmente peligrosas“.
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