(CNN Español) – “Prestamos mucha atención a la conservación de animales grandes como los tiburones y las ballenas. Pero tenemos que recordar que estos organismos dependen de otros más pequeños para su subsistencia. Para salvarlos a ellos, a los más pequeños, tenemos en marcha una singular iniciativa: paredes marinas impresas en 3D que recuperan ecosistemas en zonas urbanizadas”, dice Aria Lee, directora de proyectos en Living Sea Walls.
Lee, cuyo interés por las ciencias marinas comenzó desde joven, cuando hacía mucho buceo, lidera los proyectos de esta organización con base en Australia. El puerto de la capital, explica, presenta un problema habitual en áreas urbanizadas y es parte de la costa que ha quedado cubierta de estructuras artificiales. “Más del 50% de esta costa tiene alguna forma de estructura construida sobre ella, en los malecones, muelles o pontones. Y todas estas estructuras artificiales han hecho desaparecer pequeños microhábitats como pequeñas charcas en las rocas, grietas o pequeños agujeros que verías en una costa natural formada por rocas”, dice.
Se trata de un problema a gran escala: en la actualidad, la superficie del fondo marino se ha visto impactada por construcciones artificiales superiores a las que ocupan los bosques de manglares y las praderas marinas, según explica Living Seawall en su página web.
La organización busca “devolver” a las estructuras artificiales las características de los hábitats naturales a través de paredes que imprimen en 3D. “Hemos identificado las características de las costas naturales que no tenemos en las paredes lisas de las costas artificiales y las hemos trasladado a los paneles de Living Seawalls”, cuenta Lee.
Hogares fecundos
Hasta el momento, según la organización, hay 14 puntos en el área de Sydney en los que han instalado estas paredes marinas, y más de 1.000 alrededor del mundo, en sitios que incluyen Gales, Gibraltar y Singapur.
Los resultados, según explica Lee, son visibles: “Podemos ver claramente la diferencia que los paneles de Living Seawalls hacen. Las texturas proporcionan a las algas una superficie donde adherirse fuertemente. Y eso tiene mucho valor para los organismos marinos que dependen de las algas, no solo para protección y como su hogar, sino también como una fuente de alimentación”.
Investigaciones hechas por la organización en Sydney han encontrado que, en el plazo de uno o dos años, estas “paredes vivientes” son hogar de más de un 35% más de especies que aquellos diques que no han intervenido, “con 85 especies de invertebrados, algas y peces viviendo y creciendo en los paneles”, explican.
Los beneficios, agregan, también alcanzan a los peces que eligen estos hábitats como refugios y, según la organización, “se benefician de las fuentes de alimento adicionales de los paneles. A los dos años de la instalación, encontramos un mayor número de peces dentro y alrededor de los paneles Living Seawalls que en los diques planos no modificados”, explican.
Las instalaciones permiten avanzar hacia el objetivo central de su trabajo, “construir una buena base” sobre la cual, a su vez, se asiente toda la cadena alimenticia del mundo marino, dice Lee.
El diseño del futuro
El trabajo de Living Seawalls permite recuperar, para el desarrollo de la naturaleza, espacios que se habían perdido con la intervención humana. Es, en cierta forma, un remedio.
Sin embargo, la organización pretende que en el futuro aquellos encargados de diseñar las estructuras en la costa piensen cómo pueden beneficiar tanto a los humanos como al entorno natural con su trabajo.
“Ahora mismo, las paredes artificiales solo le sirven al ser humano: frenan la erosión, protegen las propiedades que están detrás. Lo que queremos hacer en un futuro es pensar en las necesidades del mundo marino además de las de los seres humanos“.
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