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Llega el frío. Acto seguido, automáticamente se encienden las chimeneas y estufas. Sabemos que su combustión genera contaminación del aire, pero poco se ha dicho sobre lo que lo mismo, provoca dentro de nuestras casas. Porque aún no se han establecido estándares para la calidad del aire de los hogares; problema que parece exacerbarse producto de la gran cantidad de personas que comenzaron a cocinar en sus casas producto de las medidas precautorias contra el COVID-19.
El reporte, basado en décadas de datos recolectados por el Instituto Rocky Mountain, concluyó que las estufas que combustionan fósiles, están exponiendo a millones de personas a altos y peligrosos niveles de contaminación.
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Brady Seals, principal autor del informe, aseguró que casi no se han tomado medidas regulatorias al respecto, a pesar que ya se tiene un amplio conocimiento del problema. “De alguna forma todos nos acostumbramos a tener aparatos de combustión al interior de nuestros hogares que, en muchas ocasiones no cuentan con la ventilación apropiada”, aseguró Seals a The Guardian.
En Chile, la mayoría de las cocinas funcionan a través de gas propano. Recurso que se caracteriza por ser menos nocivo que su par líquido. En tanto, la gasolina, es utilizada frecuentemente como el principal elemento de combustión en hogares estadounidenses (lugar donde se realizó el estudio).
“La cocina forma parte de las horas peak de material particulado y contaminantes atmosféricos al interior de hogares. Sin embargo, las concentraciones se producen en períodos específicos y dispersos, por lo que los gases no se deberían acumular en exceso”, aseguró Manuel Leiva, académico experto Ciencias Ambientales y Contaminación Atmosférica de la Universidad de Chile.
Sin embargo, el experto asegura que en Chile, la contaminación al interior de hogares es un problema que se produce principalmente a través de los aparatos de calefacción.
“Hay que considerar que con la cuarentena y la llegada del invierno la combustión al interior de los hogares aumentará, sumándose a la contaminación producida por la combustión de la cocina”, agregó Leiva.
A la vez, el problema es aún más grave al sur de nuestro país, donde se acostumbra a quemar leña para cocinar y mantener cálido los hogares. “Hemos realizado estudios donde la contaminación al interior de estas casas, es hasta un 30% mayor que la se encuentran al exterior”, apuntó.
Según Leiva, las cocinas a leña emiten principalmente dióxido de nitrógeno y dióxido de carbono, además de otros miles de contaminantes particulados.
Un análisis de casos estadounidenses citado en el estudio del Instituto Rocky Mountain, afirma que incluso pequeñas exposiciones a corto plazo al dióxido de nitrógeno, pueden aumentar el riesgo de desarrollar asma en niños.
El tóxico elemento empeora las enfermedades que causan obstrucción pulmonar crónica. Además de estar asociado con problemas cardíacos, diabetes y cáncer.
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“El gas, por su parte, se pega a la hemoglobina, compuesto de la sangre que permite la oxigenación de los órganos, obstruyendo los procesos metabólicos llegando a provocar incluso la muerte”, agregó el experto de la Universidad de Chile.
El envenenamiento por monóxido de carbono puede causar dolores de cabeza, náuseas, alteraciones en el ritmo cardíaco e infartos.
Para evitar potenciales enfermedades, Leiva recomienda aislar de mejor forma las casas. También se debe “promover la utilización de leña seca en el caso del sur del país, o calefactores eléctricos en Santiago”. A ello, mejorar la tecnología de calefacción y cocina “instalando filtros o cámaras de doble combustión”.
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