Los países amazónicos, que comparten la rica biodiversidad de la cuenca del Amazonas, han enfrentado un nuevo desafío en su lucha contra la deforestación. Delegados de Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela se han reunido en la ciudad brasileña de Belém durante dos días en una cumbre crucial para abordar este tema apremiante: la Cumbre Amazónica.
A pesar de la urgencia, las expectativas se han visto empañadas por la falta de un acuerdo firme, en el texto no menciona la explotación petrolera y sobre la deforestación cero, las medidas acordadas son tibias.
Si bien se ha logrado una decisión conjunta que crea una alianza para combatir la deforestación, cada país ha quedado libre para perseguir sus propios objetivos de conservación.
Estas resoluciones ha sido fuertemente criticadas por activistas climáticos, quienes consideran que en un momento en que el cambio climático amenaza el planeta, se requieren medidas más contundentes.
“La Amazonía no es un objeto, no son materias primas, es vida”, expresó el activista boliviano Pablo Solón.
Aunque Brasil ya ha adoptado políticas para combatir la deforestación, la esperanza de que los ocho países adopten un compromiso común se ha desvanecido.
La diferencias entre los líderes también se han hecho evidentes. Mientras que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, aboga por la prohibición de nuevas exploraciones petroleras, Brasil contempla explorar nuevas áreas en la desembocadura del río Amazonas.
Aunque la Declaración de Belém establece un objetivo para evitar un punto sin retorno en la Amazonía, los activistas esperaban un compromiso más fuerte y unificado.
“Si continuamos con la deforestación, seguiremos teniendo problemas, no solo los pueblos indígenas sino también todas las personas. Debemos preservar la Amazonía para que nuestros nietos, nietas, hijos e hijas puedan vivir bien, dormir bien, comer bien y ser felices como nosotros”, dijo en la cumbre el cacique Raoni Metuktire del pueblo Kayapó.
La cumbre se destaca como un evento precursor para la Conferencia de Cambio Climático de la ONU en 2025, lo que subraya la importancia de la región amazónica en la lucha global contra el cambio climático.
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