El árbol de aceite de palma (Elaeis guineensis), que crece en climas tropicales, contiene una de las sustancias más versátiles de la naturaleza. Puede freírse sin perder sus propiedades y mezclarse bien con otros óleos.
Su combinación con otros tipos de grasas y su consistencia después de refinarlo lo hacen un popular ingrediente en productos comestibles envasados, además de usarse como preservante en productos como el helado.
Su bajo costo de producción lo hace más barato que los aceites para freir, tales como los de maravilla o de semilla de algodón.
Entrega el ingrediente que genera espuma en casi todos los champú, jabones líquidos o detergentes. Además los fabricadores de maquillaje lo prefieren a la grasa animal por su aplicación fácil y su bajo precio.
Incluso se utiliza como material de base para biocombustibles, especialmente en la Unión Europea.
La producción mundial de este aceita ha aumentado a nivel global durante las últimas 5 décadas. Entre 1995 y 2015 la producción anual se cuadruplicó, de 15,2 toneladas métricas a 62,6.
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Para el 2050, es esperado que se cuadruplique nuevamente, llegando a las 240 toneladas métricas.
Al día de hoy 3 mil millones de personas de más de 150 países utilizan productos que contienen aceite de palma. Mundialmente, consumimos en promedio 8 kg de aceite de palma por año.
De este, el 85% viene de Malasia e Indonesia, donde la demanda de aceite de palma ha subido los ingresos, especialmente en áreas rurales.
Sin embargo lo anterior viene con un tremendo daño medioambiental, y en muchas ocasiones, abusos a los derechos humanos producto de las malas condiciones de trabajo.
Los incendios intencionales para limpiar los bosques y crear más plantaciones de árbol de aceite de palma son la principal fuente de contaminación de por gases de invernadero en Indonesia.
El incentivo financiero para producir más aceite de palma está contribuyendo a calentar el planeta, mientras destruye el único hábitat de los tigres, rinocerontes y orangutanes de Sumatra, dejándolos al borde de la extinción.
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Aún así los consumidores pocas veces están conscientes de que si quiera están usando este producto.
Palm Oil Investigations, hizo una lista de más de 200 ingredientes en comida y productos de cuidado personal que contienen aceite de palma. Sólo un 10% de estos contiene la palabra “palma” en el etiquetado.
Mientras la industria de este óleo, organizaciones de activistas medioambientales como Greenpeace han comenzado a alertar a la gente de los devastadores efectos de la industria en el aumento de emisiones de carbono y la el hábitat de la fauna silvestre.
En respuesta a lo anterior, un movimiento en contra del aceite de palma se ha desarrollado. En abril el año pasado el supermercado Iceland juró que va a quitar el aceite de palma de todos sus productos originales para fines del 2018. En diciembre, Noruega prohibió las importaciones necesarias de el óleo para la producción de biocombustibles.
Pero para el momento en que la conciencia sobre el aceite de palma se propagó, este tóxico ingrediente estaba tan profundamente incrustado en la economía del consumidor que quitarlo hoy en día parece imposible.
Aún así, según The Guardian, es importante estar consciente de los productos que contienen este elemento, que si bien puede ser beneficioso en términos de producción y de bajo costo para el consumidor, daña tremendamente al ambiente.
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