Chile es el único país en el mundo que mantiene sus fuentes de agua privatizadas. La situación ha puesto en evidencia un desequilibrio en el acceso a este recurso del que, mayormente, gozan los grandes productores.
En el año 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas anunció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento. Sin embargo, este decreto en Chile parece estar puesto en jaque. La sequía que vive el país ha traído de vuelta la pregunta por quién debería tener el control de este recurso esencial para los humanos.
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“Chile es el único país del mundo que tiene sus fuentes de agua privatizadas desde 1981. Hoy, el régimen de agua que existe prioriza el modelo privado de las aguas y la profundización de su mercantilización”, explica Rodrigo Mundaca, Secretario General del Movimiento de Defensa por el acceso al Agua, la Tierra y la Protección del Medioambiente.
La situación evidencia un grave problema en el código de agua vigente en Chile. Éste beneficiaría sólo a quienes pueden costearla en desmedro de las pequeñas comunidades y agricultores.
“Parte importante de los derechos de agua están en manos de privados, pero también del estado. No es que se haya establecido un sistema privado, sino que se ha establecido un sistema de acceso al agua a través de derechos. Y no es un derecho que me permita hacer lo que quiera, sino que me permite hacer lo que la ley autoriza, y siempre la Dirección General de Agua tiene la capacidad de restringirlo”, comenta Oscar Cristi, Director General de la Dirección de Agua.
Holanda tiene el porcentaje de pérdida de agua más bajo del mundo. Mientras, en Chile se pierde un 35% . En el país es tal la importancia de este recurso que un 60% de todo lo que se produce depende del agua. Sólo entre 1990 y 2002, el consumo de agua para tareas productivas creció un 160%.
“A lo largo de la historia de la humanidad, siempre han existido los derechos de aprovechamiento de agua para algunas personas y algunas instituciones que han sido otorgados por el Estado, porque es una manera de dar estabilidad a una actividad que siempre es de largo aliento como lo es la agricultura”, asegura Luis Gurovich, Director de Proyectos en Recursos Hídricos Gurovich & Asoc.
Por su parte, Cristi asegura que “Aquí hay una falla que es la falta de planificación. No hemos sido capaces de generar planes de gestión por cuenca. Es un tema de redistribución. El estado falló en que otorgó derechos sin establecer estas reservas adecuadamente porque, si se hubiera hecho, la gente en los sectores rurales tendría acceso al agua”.
El panorama es desalentador considerando que los pequeños agricultores no son capaces de adquirir los derechos de agua. Según Cristi el agua la pueden adquirir las entidades que tienen un mayor valor económico, lo que resulta muy importante para asegurar que el agua efectivamente vaya a los sectores productivos. Sin embargo, el Director de la DGA aseguró que se está trabajando en soluciones para tener acceso al agua.
El proyecto de construcción de una carretera hídrica, que pretende trasladar agua desde el Río Queuco hasta el norte de Atacama, se alza como una posible solución. Sin embargo, al respecto hay posiciones encontradas.
“Si no creyera que es algo viable, entonces no estaría presentándolo”, comenta Félix Bogliolo, Founding Partner & CEO de la Carretera Hídrica Vía Marina. Mientras, Gurovich mantiene que “para que pueda existir una carretera hídrica tiene que haber agua. Si no hay agua ¿qué vamos a llevar?”
Según Leonardo Da Vinci, el agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza y, aunque no se equivocaba, hoy vemos el acceso a este recurso como algo cada vez más esquivo.
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