Hallan fósil de mamut lanudo de 10 mil años en Rusia por el deshielo de Siberia - (00:44)
Una burbuja de gas metano, que estuvo inflándose por quién sabe cuánto tiempo bajo el hielo perenne de Siberia, acaba de liberarse formando un impresionante cráter de 50 metros de profundidad.
El hoyo gigante fue descubierto por un equipo de televisión que volaba por el área, de acuerdo a The Siberian Times. Cuando los científicos fueron a investigar, descubrieron que trozos de hielo y roca fueron lanzados a cientos de metros del epicentro del evento.
El alguna vez seguro bolsillo de gas propano desapareció, dejando sólo un vacío en donde solía estar.
No está claro cómo se formó el agujero, o si el cambio climático jugó un papel en su génesis, sin embargo, en 2014 ocurrió algo extrañamente similar (e igualmente perturbador). Dicho evento se registró en la península de Yamal al noroeste de Rusia, luego de una serie de veranos inusualmente cálidos.
De hecho, éste es el décimo séptimo “embudo” descubierto hasta la fecha en la región y el más grande de su tipo en años recientes.
Se cree que los agujeros gigantes son el resultado del colapso repentino de montañas, o del inflamiento de las tundras – lo que ocurre cuando el derretimiento del permafrost provoca una concentración de metano bajo la superficie.
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Gracias al cambio climático antropogénico, el Ártico está pasando por un rápido colapso de su permafrost y, mientras el fenómeno de los “embudos” está probablemente influido por estos procesos, aún hay muy pocos estudios que investigan cómo el calentamiento global provocaría estos colapsos.
Sin embargo, la falta de conocimiento al respecto podría ser bastante peligrosa. El metano es 84 veces más potente como gas de efecto invernadero que el dióxido de carbono (CO2), por lo que la liberación de grandes cantidades del elemento podría gatillar un ciclo sin fin que podría empeorar aún más la actual crisis climática.
Un análisis histórico, que analiza desde los ’70 a 2017, descubrió que los embudos se han propagado en años recientes, lo que sugiere que el derretimiento del permafrost podría estar causando más colapsos.
Otro estudio realizado en 2017 descubrió 7.000 bolsillos de gas bajo la península de Yamal, justo donde el nuevo embudo fue descubierto.
Aún así, no sabemos si estos bolsillos son nuevos. Sin embargo, el permafrost conforma casi dos tercios de todo el territorio ruso, zonas que conforman algunas de las partes más remotas e inaccesibles del mundo, por lo que no se cuenta con suficientes ojos para vigilar estas áreas.
“Las heladas que preceden a los cráteres ocurren rápidamente, cada uno o dos años, y este crecimiento repentino es difícil de observar, por lo que la mayoría de los cráteres han sido descubiertos luego de que el fenómeno ya ocurriera”, aseguró Evgeny Chuvilin, quien estudia el derretimiento del permafrost en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Skolkovo, Rusia.
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“Contamos con muy poca evidencia desde la gente que vive cerca de los eventos, quienes aseguran escuchar ruidos o ver humos y llamas. Además, los cráteres se transforman en lagos en uno o dos años, lo que hace difícil distinguirlos de otros cuerpos de agua árticos“, agregó Chuvilin para ScienceAlert.
Además de la increíble cantidad de metano que esta región del mundo podría algún día arrojar, los científicos también están preocupados sobre qué pasaría si el permafrost liberara enfermedades antiguas de las que poco o nada conocemos.
De hecho, esto ya podría estar pasando. En 2016, un brote de ántrax, que mató a un niño de 12 años, surgió del derretimiento del permafrost, evento que liberó el virus a las reservas de agua de la península de Yamal, Siberia.
Es por la gran cantidad de riesgos que presenta, que los científicos están comenzando a investigar estos peligrosos eventos – especialmente en este recóndito sector del mundo.
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