Por Javiera Albornoz
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Si bien los investigadores en el mundo trabajan arduamente en lograr una vacuna para el COVID-19, por ahora es igual de urgente el generar terapias o tratamientos para quienes contraigan el virus.

Una de ellas es el plasma convaleciente, una antigua terapia que ahora recibe un importante apoyo. La agencia de Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) autorizará su uso en dicho país. 

Respecto a esto, la investigadora del Centro de envejecimiento y regeneración (Care UC), Dra. Daniela Rebolledo dijo a Futuro 360 que “en general lo que se ve es que si la FDA lo aprueba, en Chile es mucho más fácil llegar a la aprobación, porque eso implica que hay ciertos estudios que dan la confianza para que ocurra”.

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Esto toma relevancia porque en nuestro país se realizan estudios para probar la efectividad de esta terapia, específicamente a cargo de la Fundación Arturo López Pérez (FALP).

En ese sentido el jefe de Hematología de la institución y quien está a cargo de este estudio, Dr. Raimundo Gazitúa, aseguró a Futuro 360 que con los trabajos que se realizan acá se “va a poder aportar y generar evidencia nacional que muchas veces es distinta a lo que ocurre fuera por las características propias del sistema de salud y de los chilenos”.

En concreto, la FALP trabaja con 16 centro en todo Chile. El proceso consiste en recibir la donación de pacientes que se recuperaron y luego proporcionar esto a personas que se encuentren en centros de salud. A la fecha han recibido la donación de más de 550 pacientes que, en muchas ocasiones, realizan esta acción más de una vez. Por lo tanto, según detalla Gazitúa, el objetivo es lograr 1.600 plasmas para tratar a 800 pacientes.

Este tratamiento es gratis y, a la fecha, se han tratado entre 350 a 400 pacientes. 

Por el momento, este estudio se mantiene en fase preliminar; revisan los resultados clínicos de los pacientes que reciben y los resultados moleculares y serológicos respecto a los título de anticuerpos, además de la caracterización inmunológica de los donantes y receptores.

Este es un análisis de caracterización y evalúan los valores de mortalidad respecto a los pacientes graves que reciben plasma. “La mortalidad ha sido bastante baja para ser pacientes graves en comparación con lo que se describe en la mortalidad de los pacientes que están hospitalizados en UCI. Claramente uno no lo puede comparar contra registros históricos, pero la mayoría de los que han recibido plasma han tenido muy buenos resultados”, asegura el Dr. Raimundo Gazitúa.

El jefe de Hematología de la FALP señaló que esperan que a fin de este mes se tengan los primeros resultados respecto a la aplicación en los primero pacientes, “pero podemos decir hoy, con toda la evidencia que se dispone, que el plasma es seguro”. Asegura también que esperan entregar antecedentes para otras investigaciones relacionadas al SARS-CoV2.

¿En qué consiste la terapia? 

La terapia con Plasma convaleciente de recuperados de COVID-19 consiste en “extraer plasma de un enfermo recuperado, que tiene altos niveles de anticuerpos neutralizantes contra el virus, e infundirlo en un enfermo para que este adquiera la inmunidad pasiva que necesita para enfrentar la enfermedad”, explica a Futuro 360 el Dr. Marcelo Díaz de Valdés, director técnico de la Red de Medicina Transfusional de RedSalud, que son parte del estudio de FALP.

La extracción de plasma se realiza mediante un procedimiento llamado aféresis. Según explica el jefe de Hematología de FALP, el doctor Raimundo Gazitúa, en este se separan los componente de la sangre, sacando el plasma -que es suero y proteína- y le devuelven los glóbulos rojos, plaquetas y glóbulos blancos al donante. 

“Una vez que conseguimos este plasma, lo congelamos y se analiza para cuantificar los anticuerpos que se tienen a través de un test de Elisa IgG. Además analizamos los anticuerpos neutralizantes, que es la fracción de todos esos anticuerpos que tienen la capacidad de neutralizar directamente la acción del virus”, explica Gazitúa.

Con eso, evalúan y establecen las unidades de plasma que tienen un título determinado de anticuerpos que serán útiles para los pacientes graves con COVID-19.

A medida que han avanzado en la utilización de esta terapia, desde FALP han establecido que un tiempo pertinente de extracción de sangre. Primero es necesario que una persona sea diagnosticada como recuperado. En ese sentido sugieren que el plazo ideal para donar sea 3 semanas luego del inicio de síntomas. 

En ese sentido, el especialista de la FALP señala que han notado que a partir de la sexta u octava semana los niveles de anticuerpos comienzan a bajar. 

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Los riesgos asociados 

“La terapia con plasma convaleciente sigue aún siendo una terapia experimental y necesitamos aún saber a quiénes trasfundir, qué dosis y en qué momento”, señala el Dr. Marcelo Díaz de Valdés.

A ello agrega que “su eficacia aún se encuentra en desarrollo y se está comparando con pacientes controles, es decir, pacientes que teniendo los mismos criterios de edad, gravedad, igual tratamiento farmacológico y riesgos asociados y que no se trasnfundieron”.

En ese aspecto la también investigadora del centro de excelencia en biomedicina de Magallanes (Cebima), Dra. Daniela Rebolledo, señala que “todavía no se sabe o no queda claro si es que en realidad no hubieran usado ese plasma, si se hubieran mejorado en el mismo tiempo o si hubiera sido más lento”. 

Aún así, explica que es una terapia segura y que los riesgos no son mayores que los riesgos de cualquier transfusión y que en estos procedimientos se realizan todos los testeos respecto a otras enfermedades, por ejemplo.

A ello, el director técnico de la Red de Medicina Transfusional RedSalud, Dr. Marcelo Díaz de Valdés, agrega que “toda transfusión de plasma sanguíneo puede producir efectos no deseados o adversos, que van desde alergias, fiebres, pero también enfermedades pulmonares graves, por lo que es necesario evaluar muy bien el riesgo beneficio”.

En ese aspecto el doctor Gazitúa explica que son situaciones que se pueden manejar en el contexto de una hospitalización. 

Por otro lado también está lo que ocurre con los donantes. En ese aspecto, la doctora Rebolledo afirma que ellos no pierden anticuerpos y que todo los riesgos son exactamente los mismos que alguien que dona.

“Si bien no se sabe si el efecto es tan beneficioso como uno podría esperar, en realidad los riesgos son tan bajos que quizás es mejor hacerlo que no hacerlo”, finaliza la profesional.

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