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Publicado en 1859, “El Origen de las Especies” de Charles Darwin realizó una gran cantidad de afirmaciones atrevidas para la época sobre la naturaleza de la evolución.
Postulaba que mientras más grande sea la diversidad de una especie al interior de su linaje, mayor será la cantidad de sus subespecies que producirá.
Esta suposición no es tan obvia como podría parecer. Solo hace un par de años se descubrió que dicha suposición era cierta en el caso de las aves.
Ahora, investigadores de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido han demostrado que Darwin tenía razón y que el fenómeno evolutivo también ocurre en mamíferos.
Además de ser una importante contribución para nuestro entendimiento general de la evolución, los hallazgos también podrían ser útiles en los esfuerzos de conservación, ayudando a los expertos a descubrir qué especies necesitan ser protegidas para asegurar su supervivencia.
“Mi investigación indagando sobre la relación entre las especies y la variedad de subespecies prueba que las segundas juegan un rol crítico en las dinámicas de evolución a largo plazo y en el futuro de la evolución de las especies”, asegura la antropóloga biológica Laura van Holstein a Science Alert.
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“Siempre lo han sido. Darwin lo sospechaba cuando estaba definiendo qué era una especie”, agregó la experta.
Aunque Darwin las llamo “variedades” la idea es la misma: grupos dentro de especies que tienen características y periodos de apareamiento propios.
Por ejemplo, existen 3 subespecies de la jirafa norteña y 45 (la tasa más alta de todo el reino animal) del zorro rojo. Por otra parte, los seres humanos no tienen subespecies.
Para comprobar la hipótesis de Darwin, van Holstein investigó una enorme base de datos que trataba sobre la clasificación de los animales y analizó el conocimiento que tenemos sobre las especies y subespecies de mamíferos para encontrar patrones.
Los datos demostraron que la diversificación entre especies y subespecies estaba enlazado, tal y como Darwin había sugerido.
Sin embargo, había más: las subespecies tienden a formarse, diversificarse y prosperar de forma diferente dependiendo del hábitat donde se encuentren.
Basado en los hallazgos, la correlación entre la diversidad de especies y subespecies es más fuerte en los mamíferos no terrestres, tales como los cetáceos o aquellos capaces de volar, por lo que son menos afectados por barreras físicas como las montañas.
Los investigadores aseguran que por ejemplo en murciélagos y delfines podría ser más útil considerar a las subespecies como el inicio de una nueva especie que la evolución de una antigua.
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Los expertos a cargo del estudio plantearon otra pregunta, en tanto: ¿Hay alguna relación entre las subespecies y la eventual creación de una nueva especie?
“La respuesta era sí. Pero la evolución no está determinada por los mismos factores en todos los grupos y por primera vez sabemos que es por qué, ya que hemos indagado sobre la fuerte relación entre la riqueza de las especies y subespecies”, agregó van Holstein.
Los hallazgos sobre subespecies son particularmente útiles cuando se aplica a esfuerzos de conservación. Esto debido a que los hábitats de muchos animales están bajo peligro debido al cambio climático y la actividad humana.
Estos descubrimientos indican que nuestras acciones están teniendo un impacto en el proceso de la evolución.
“Los modelos evolucionarios podrían usar estos hallazgos para anticipar cómo la actividad humana como la deforestación afectará el futuro evolutivo de una especie debido a la disrupción de su hábitat”, concluyó van Holstein.
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