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“Esta forma de trabajo se conoce como la experimentación in silicio y utiliza supercomputadores que comprueban el funcionamiento de millones de compuestos químicos hasta dar con uno válido, en plazos de tiempo imposibles de alcanzar con la experimentación manual“.
Esas son las palabras de Juan De Zuriarrain Perez-Urruti, experto en supercomputación de IBM en España, uno de los países más críticos debido al paso de la pandemia y que ya trabaja con el mega procesador conocido como Mare Nostrum.
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“Podemos probar en el superordenador millones de fármacos virtuales, para ver si son candidatos a un tratamiento futuro de la enfermedad”, indica Paulino Gómez-Puertas, científico del Severo Ochoa también de España.
Esto demuestra como las principales potencias del mundo han decidido reforzar el trabajo de científicos junto a un poderoso aliado: la Inteligencia Artificial.
Son supercomputadores que mediante algoritmos realizan cruces de información, cálculos matemáticos y análisis bioinformáticos en cosa de segundos. Eso se convierte en datos e información verídica, que puede ser utilizada para experimentación en los principales centros de investigación clínica del planeta.
Es una tendencia que incluso llevó a la reconocida empresa IBM a firmar un acuerdo de cooperación con la administración de Donanld Trump en Estados Unidos. Ellos mediante un comunicado afirmaron que hay “una cantidad sin precedentes de potencia informática. La que incluye 16 sistemas con más de 330 petaflops, 775,000 núcleos de CPU, 34,000 GPU, y que van destinados a ayudar a los investigadores de todo el mundo a comprender mejor el COVID-19, sus tratamientos y posibles curas”.
La chilena guacolda
Nuestro país cuenta con una de las tres supercomputadoras más avanzadas de Latinoamérica. Su nombre es “Guacolda” y se aloja en dependencias de la Universidad de Chile. Es equivalente al poder de 25 mil notebooks al unísono.
“Nos pusimos en contacto con la red CLARA, que es la Cooperación Latino Americana de Redes Avanzadas para poner a disposición nuestros servicios en conjunto con países de toda la región, para la búsqueda de proyecciones y desarrollo de investigaciones científicas frente a la pandemia”, comenta Ginés Guerrero, director del NLHPC de la Universidad de Chile.
El académico añade que ya desarrollan tres investigaciones de impacto a nivel local y una cuarta que busca comprender el origen del virus, para dar paso al desarrollo de fármacos.
“Hay entidades como la Universidad Féderico Santa María que nos han solicitado accesos para iniciar indagaciones relacionadas a la propagación que puede tener el virus dentro de los próximos meses en el país. Eso para conocer como avanzan las curvas, población de riegos y zonas afectadas. A ello, sumamos otra de la Universidad Católica, que ha solicitado cooperación para entender su estructura molecular, para iniciar de esa manera, el desarrollo de fármacos”, afirma Guerrero.
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Pese a toda esta relevante contribución, desde el centro de investigación dicen estar preocupados. Este año culmina el financiamiento que tienen para la gestión de este supercomputador. Por lo que una vez más, se ven en la obligación de pedir ayuda al Gobierno y privados, para que este nivel de indagación y colaboración científica, la que podría entregar respuestas claves para toda la sociedad, no se vea truncado por un viejo conocido: la falta de recursos.
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