El 7 de abril de 1989, mientras navegaba a una profundidad de 380 metros, un incendio se desencadenó en la popa del Komsomolets, un submarino nuclear de ataque en su primer patrullaje.
Su capitán consiguió llevar el submarino a la superficie, pero este se hundió 5 horas después. Los 42 marineros abordo murieron en el incidente, conocido como el desastre del Komsomolets.
La nave de 120 metros de largo sigue descansando a 1700 metos de profundidad en el Mar de Noruega, a 320 kilómetros del país.
Según un estudio del Instituto de Investigación Marina de Noruega (IMR), el Komsomolets sigue soltando radiación. La cantidad de restos de cesio que brotan del naufragio son significativos, cerca de 800 mil veces por sobre la lectura habitual del mar noruego.
Sin embargo, “no presenta ningún riesgo para las personas o peces”, de acuerdo a una investigación colaborativa del IMR con la Autoridad de Seguridad Nuclear y de Radiación de Noruega (DSA).
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Observaciones remotas del Komsomolets se han hecho manualmente desde 1990, pero la expedición más reciente, la cual terminó la semana pasada, es la más exhaustiva que se ha realizado hasta la fecha.
Normalmente los científicos extraen muestras del agua cerca del submarino, pero esta vez los investigadores usaron un Aegir 6000, un vehículo operado a distancia (ROV).
“Hemos querido realizar una investigación con un ROV por muchos años”, afirmó Hilde Elise, lider de la expedición para Gizmodo. “Aegir 6000 nos permite mirar exactamente donde queremos obtener muestras del naufragio, y lo que es más importante usamos cámaras para observar al submarino nuclear en detalle“, agregó.
Expediciones anteriores del naufragio relizadas por equipos rusos documentaron fugas de radiación cerca del tubo de ventilación, de acuerdo a Heldal. El Aegir 6000 fue dirigido al mismo lugar, donde también detectó altos niveles de cesio radiactivo.
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Por “altos niveles”, los investigadores están hablando de números 800 mil veces más altos de lo que se observa normalmente en el Mar Noruego.
La fuga de un submarino radiactivo suena aterradora, pero la investigación sugiere que el naufragio no pone en peligro al mar noruego ni a otra área cercana. Normalmente los niveles de radiación de este cuerpo de mar son de 0.001 Becquerel (Bq) por litro.
Alrededor del submarino, sin embargo, llegan a los 100 Bq por litro. Como referencia, el monto aceptable de radiación en la comida es de 600 Bq por kilogramo, cifra establecida por el gobierno de Noruega durante el desastre de Chérnobil.
“Los noveles que detectamos están claramente por sobre lo normal, pero no eran alarmantemente altos“, concluyó Heldal.
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