Cuando Snowball, la cacatúa galerita, reveló sus primeros pasos de baile hace una década se transformó en una sensación inmediata. El saltarín y carismático pájaro llegó bailando a diferentes programas de televisión y comerciales, además de ganar una enorme audiencia en internet.
Pero eso sólo fue el comienzo. Un nuevo estudio de este loro saltarín apunta a un ave que está en la cúspide de sus capacidades creativas. En sus presentaciones realizadas en la parte trasera del brazo de una silla, Snowball demostró 14 movimientos distintivos, un repertorio que deja a muchos de nosotros en vergüenza.
Imágenes de Snowball en acción lo muestran bailando al ritmo de Another One Bites de Dust de Queen y Girls Just Wanna Have Fun de Cyndi Lauper, con una impresionante rutina de cabeceos, movimientos de pies y poses. En un movimiento llamado “The Vogue”, snowball mueve su cabeza de un lado a otro mientras las coordina con sus pies.
“Estamos impresionados”, afirmó Aniruddh Patel, profesor de psicología de la Universidad de Tufts en Medford, Massachusetts, para The Guardian. “Hay movimientos en su rutina, como the Vogue de Madonna, que sinceramente no puedo creer”.
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“Parece que bailar al ritmo de la música no es sólo un producto de la cultura humana. El hecho de que podamos observar este comportamiento en otros animales, sugiere que si tienes un cerebro con ciertas capacidades cognitivas, estás predispuesto a bailar“, adhirió.
Todo comenzó con los Backstreet Boys. El 2008, Patel, quien ha estudiado durante largo tiempo los orígenes de la musicalidad, observó video de Snowball en internet, bailando al ritmo de Everybody de la banda ya mencionada. Se contecto con Irena Schulz, quien era dueña del santuario de aves donde Snowball vivía, y pronto lanzaron un estudio sobre las proezas del ave.
Mientras algunos animales pueden ser entrenados para moverse en respuesta a la música, Patel sospechaba que anticipar el ritmo y moverse en tiempo es una habilidad única para los “aprendices vocales”.
A diferencia de los gatos, perros y monos, quienes nacen con sonidos innatos, los aprendices vocales como loros, delfines y elefantes, pueden aprender una gama de sonidos en base a lo que oyen en su entorno.
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Sin embargo, no todos los aprendices vocales están destinados a ser bailarine. Patel sospecha que un número de factores se han juntado para que un animal pueda tener tanto ritmo, incluyendo la habilidad de aprender secuencias complejas de acciones y formar lazos sociales a largo plazo.
Los delfines son buenos contendores, pero Patel no es muy optimista. “Quizás no pasan suficiente tiempo relacionándose con humanos para desarrollar movimientos de baile por si mismos”, afirmó.
El primer estudio demostró que Snowball podía, en efecto, anticipar el ritmo, moviendo su cabeza y pisoteando sus pies en sincronía con la música. Seguía manteniéndose en ritmo cuando le mostraban canciones más lentas o más rápidas, siendo sus únicos estimulos positivos halágos positivos de humanos.
Luego de la investigación, Schulz se dió cuenta que Snowball estaba experimentando nuevos movimientos de baile. Eso llamo la atención de Patel; lo que sugerió que el ritmo no solamente estuviera gatillando movimientos aleatorios de Snowball, pero que estaba escogiendo que movimientos realizar.
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En su informe publicado en Current Biology, los científicos describen cómo filmaron a Snowball bailando al ritmo de Queen y Cyndi Lauper en 3 ocacsiones. Joanne Jao Keehn, neurocientífico cognitivo y bailarin entrenado, realizó un análisis cuadro por cuadro de los movimientos del ave.
Si bien Snowball ha bailado al ritmo de las pistas junto a su dueña en otras ocaciones, su estilo es aparentemente limitado, lo que sugiere que el loro haya construído su propía interpretación de lo qué es música.
Aunque su desplante sea impresionante, Snowball no siempre se mantuvo en ritmo con sus movimientos más elaborados. Patel sospecha que hay una buena razón para ello. “Pareció haber estado probando estos nuevos movimientos, así que la sincronización no parecía ser su preocupación principal”.
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