¿Conoces la “Sindemia”? Este es uno de los conceptos que ha tomado fuerza tras la drástica expansión de la pandemia del nuevo coronavirus en el mundo.
Desde la mirada de salud pública, es la coexistencia de dos o más fenómenos con potencial epidémico a la misma vez, con características sociales comunes y que interactúan a nivel biológico, psicológico y social.
Los expertos coinciden en que una de las principales complejidades del fenómeno es que puede ocurrir con dos enfermedades de base común. “Un típico ejemplo es la ocurrencia simultánea del dengue con la infección del coronavirus, porque las dos tienen como presentación los síntomas respiratorios. Podría haber confusión de la sintomatología. Y las dos tienen que ver con las desigualdades por las condiciones de vida, como el hacinamiento”, plantea la Dra. Paula Bedregal, especialista en Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica.
El Dr. Marcelo Wolff explica por qué se busca evitar la sindemia con los virus respiratorios estacionales. “Mientras menos hagamos coexistir el coronavirus con la influenza, mayores son las perspectivas de que los cuadros sean menos graves”, dice el profesor de la Facultad de Medicina de la U. Chile y miembro de la Academia Chilena de Medicina.
La situación mantiene en alerta a los epidemiólogos, en especial en América Latina, donde algunos países, además de hacer frente al SARS-CoV-2, deben combatir otros brotes como mismo el dengue o el sarampión.
Más allá de la medicina
Sin embargo, el concepto derivado de la epidemiología tiene a la vez otra implicación. Una mucho más social o, si se quiere, sistémica. La comisión “The Lancet”, parte de la prestigiosa revista del mismo nombre, acuñó el término también para la crisis humanitaria global de la obesidad, la desnutrición y el cambio climático.
En esa línea, la “Sindemia” ha vuelto a recobrar fuerza para hacer referencia a la simultaneidad de amenazas que afectan en la actualidad a la sociedad. En ellas se incluye el COVID-19 y se agregan otras más, como una futura crisis económica, el cambio climático, la pobreza o la discriminación por género. El unir todas estas otras “pandemias”, vemos multiplicados sus efectos.
Es decir, utilizando nuevamente una metáfora de la medicina, es como si tuviéramos en una misma persona hipertensión, diabetes y sobrepeso. Juntos, los riesgos nos pondrían en una situación poco auspiciosa. Lo mismo ocurre con la simultaneidad de una inédita pandemia, sus consecuencias económicas y la crisis climática del planeta Tierra.
“Uno se enfrenta a algo equivalente cuando se tiene un conjunto de estresores que se gatillan de manera secuencial y que no permiten que las personas logren adaptarse. Nos hace a todos más vulnerables para enfrentar la adversidad”, explica Roberto González, académico de la Escuela de Psicología UC e investigador del Coes – Mide UC.
Algunos de esos elementos de estrés ya están sobre la mesa. En todas las economías del mundo se oye con fuerza la palabra recesión, mientras que la ONU vaticinó hambrunas de “proporciones bíblicas” como consecuencia del coronavirus.
En nuestro país, para no ir más lejos, ya se ha visto cómo ejercicios de colaboración comunitaria como las “ollas comunes” han vuelto a tener preponderancia en los sectores más pobres.
“Estas crisis tienen en común a nivel mundial que incrementan la precariedad de los grupos altamente vulnerables. Las personas más afectadas serán los que menos tienen, porque cuentan con menos posibilidades de enfrentar las crisis”, asegura Rodolfo Sapiains, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y académico de la FACSO U. Chile.
Y Chile, por su parte, debe sumar otro factor a esta oleada de interconexiones: un estallido social en pleno desarrollo al momento de la llegada de la pandemia.
En esa línea, Sapiains plantea: “Llevamos un periodo de inestabilidad y de incertidumbre que no se había resuelto en marzo de este año. Sobre ese escenario se instaló otra crisis, que volvió a tensionar el sistema en todos sus niveles. Si tú a eso le agregas el cambio climático, tienes un triple nivel de megacrisis en un periodo breve. Eso genera altísimos niveles de ansiedad y miedo”.
Como si fuera poco, la incertidumbre climática es otro factor de la sindemia. “Estamos preocupados porque, efectivamente, tiene cada vez más un impacto en la salud mental. Los factores convergen y acentúan el tema”, dice el Dr. Juan Pablo Jiménez, académico U. Chile y director del Instituto Milenio para la Investigación de Depresión y Personalidad.
Se define el futuro
Entonces, ¿cómo enfrentar este panorama? Los expertos dan sus recetas. Eso sí, todas incluyen transformaciones importantes.
Retomando la definición médica, la Dra. Bedregal propone: “Cuando se acuñó la concepción, la base era encontrar un punto de encuentro de las enfermedades sindémicas, para tratar de controlar ese fenómeno común y dar cuenta de las dos a la vez. Siempre uno tiene que buscar el elemento común para gestionarlo. No se debe controlar cada uno por separado, porque no darás abasto”.
La visión resume perfecto el caso del COVID-19 y la crisis climática. Ambos tienen un elemento común en el ataque del hombre a la biodiversidad del planeta. Combatiéndola, se podría evitar, por ejemplo, el surgimiento de nuevas pandemias de origen animal y hacer nuestro hogar sustentable para el futuro.
“Hay que salirnos del paradigma de los individuos y pensar más en comunidad (…) Reforzar la cohesión, hay mucho que podemos hacer las personas comunes y corrientes. Esto es un problema que nos afecta a todos. Tener una mirada más sistemática”, cree González, quien añade las señales de los líderes, moderar las expectativas y abrir la discusión como otros elementos importantes.
Por su parte, el Dr. Jimenez hace énfasis en preocuparse por los daños a la salud mental que generará esta “situación comparable con la guerra” y a “pensar el país de nuevo, porque nos afecta en todos los ámbitos”.
“Si somos capaces de leer las falencias, tenemos la posibilidad de pensar en una sociedad distinta”, concluye Sapiains.
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