La humanidad tiene los pretenciosos planes de ir a la Luna e incluso, más allá en las siguientes dos décadas. Pero mientras nuestra tecnología se mantiene en un progreso estable hacia nuestras grandes metas, nuestros cuerpos podrían transformarse en obstáculos para los viajes espaciales de larga distancia.

Una investigación en la revista ENeuro revela algunos “problemas potenciales inesperados” en el cerebro de los mamíferos, los cuales podrían dejarnos fuera del viaje que tanto queremos realizar.

Usando una nueva instalación de “bajas dósis” de radiación en Colorado State University, un equipo de científicos observó que cuando un grupo de ratones pasa meses expuestos a una dósis similar a la encontrada en el espacio, comienzan a comportarse de forma extraña.

Los ratones del estudio mostraron “impedimentos severos” en sus capacidades de aprendizaje y memoria, además de volverse extremadamente ansiosos.

Estos síntomas podrían sonar poco impactantes, después de todo los ratones fueron aislados durante 6 meses para realizar dicho experimento. Sin embargo, el equipo también descubrió algunos cambios físicos en sus cerebros.

En la investigación, realizada en parte por Charles Limoli, doctor y profesor de radiación oncológica de la UC Irvine School of Medicine, en Estados Unidos, el equipo afirmó que sus hallazgos advierten que un viaje espacial de largo plazo “limitaría las habilidades de los astronautas, quienes necesitan responder rápida, apropiada y eficientemente a situaciones inesperadas en su viaje a marte”.

Aun así, Este estudio fue realizado en ratones, así que no podemos afirmar con certeza que sus resultados se aplicarían en humanos. 

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En abril los resultados del “estudio gemelo” de la Nasa mostraron que cuando el astronauta Scott Kelly pasó un año en la International Space Station, desarrolló algunos pequeños cambios fisiológicos en comparación a su gemelo terrestre. Sin embargo, no era nada que amenazara su vida.

Aquellos hallazgos sugieren que los humanos se pueden mantener de buena forma en misiones espaciales de baja órbita, lo cual es un buen punto de partida.

La órbita cercana a la Tierra es una cosa, pero ir a marte (o más allá) es otra. Las misiones de espacio profundo tendrán que verse enfrentadas a la “radiación galáctica cósmica” (GCR), es decir partículas que viajan tan rápido que se han visto separadas de sus electrones, dejando sólo un núcleo atrás.

Aquellas partículas pueden “pasar prácticamente sin impedimentos a través de una nave espacial común o la piel de un astronauta”, presentando una amenaza a la salud humana, afirmó la NASA.

Limoli y su equipo de la UC Irvine trataron de mimetizar este ambiente hostil de la mejor forma que pudieron, confinando a un grupo de ratones por 6 meses en una facilidad de baja radiación.

No es perfecta, pero argumentan que el protocolo de su experimento “simula la exposición a la GCR de forma razonable durante un periodo prolongado de tiempo, que es lo que duraría una misión al espacio profundo“, para Inverse.

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A través del tiempo, observaron cambios de comportamiento y físicos que provaron ser preocupantes. Específicamente, vieron que las neuronas del hipocampo de estos ratones expuestos a la radiación eran mucho menos estimulables que antes.

Esto podría explicar el cambio de comportamiento y baja eficiencia de los ratones en pruebas de memoria e interacciones sociales.

Socialmente hablando, los ratones que fueron expuestos a las dósis consistentes de radiación tendieron a pasar más tiempo a activamente evitar la interacción con sus pares – aunque se vieron perfectamente capaces de relacionarse con nuevos ratones.

También se demoraron más en reconocer nuevos objetos, de la misma forma en que tardaron en comprender cuando un objeto había sido cambiado de lugar, lo que sugiere que la radiación impactos negativos en su memoria.

Los científicos también se dieron cuenta que la potenciación de largo plazo de las neuronas en el hipocampo fue mermada.

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La potenciación de largo plazo es una forma de plasticidad cerebral, la cual se desarrolla cuando dos neuronas “aprenden” a disparar juntas, y formar una fuerte conexión que se cree es la base del aprendizaje y la memoria.

La exposición a la radiación a largo plazo, según los autores, parece interrumpir este proceso crucial.

La radiación espacial podría afectar a las personas de diferentes maneras, pero basados en los cálculos realizados gracias a estos ratones, el equipo estimó que un número importante de astronautas podrían perder funciones cognitivas, como por ejemplo la memoria, una vez se encuentren en el espacio.

Estamos en un calendario de viaje espacial apretado. Muchos estimados sugieren que los humanos humanos viajaran a marte (y se quedarán allá) en las siguientes 2 décadas. Pero al menos, eso parece suficiente tiempo como para resolver estos problemas antes de que nos retrasen demasiado.

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