¿Por qué odiamos los humanos? La respuesta puede tener que ver con el hambre y el miedo

Una investigación de Semir Zeki y John Paul Romaya, dirigida por la University College de Londres y publicada en la revista PLOS ONE, reveló que cuando odiamos a alguien nuestra mente activa un circuito que no se registra con otros sentimientos (como el miedo o el amor).

Zeki y Romaya mostraron a 17 voluntarios una serie de fotografías de personas que aseguraban detestar para medir su actividad cerebral con imágenes de resonancia magnética. También les enseñaron fotos de individuos neutrales para comparar los resultados.

Lee también: Amber Case, antropóloga cyborg: “La buena tecnología amplifica nuestra humanidad y la mala nos la quita”

Cuando experimentaron odio, los cerebros de los participantes estimularon zonas de la corteza y del subcórtex asociadas con el comportamiento agresivo y la acción. Además, se puso en funcionamiento una parte de la corteza frontal relacionada con la predicción de movimientos de los demás.

También se activaron el putamen y la ínsula, dos áreas relacionadas con el amor romántico. Sin embargo, apenas se desactivaban las áreas relacionadas con el juicio y el razonamiento –como sí ocurre con el amor–. Quien odia está alerta ante el adversario.

Lee también: Del creador del término meme a la astrónoma que dirigió ALMA: Estos son los invitados estelares del Congreso Futuro 2019

La psicóloga Susan Fiske, panelista del Congreso Futuro 2019, ha desarrollado su investigación en torno a cómo las relaciones sociales alimentan o desalientan tanto los estereotipos, los prejuicios y la discriminación como la cooperación, la competencia y el poder.

El neurocientífico Arturo Álvarez-Bullya, quien integra el panel “Lo que nos hace humanos” de Congreso Futuro 2019 junto a Constanza Michelson y Amy Herring, también habla del odio y cómo las ideas peligrosas nacen en nuestro cerebro.

Henry Evrard, neuroanatomista en el Instituto Max Planck de Cibernética Biológica de Alemania, el odio aparece en el ser humano cuando toma conciencia de ello. No se trata de un instinto primario ni de algo racional. “El odio es un sentimiento que emergió evolutivamente de conjuntos más básicos de sensaciones corporales y emocionales que son comunes en humanos y otros primates, como el hambre y el miedo”, señala Evrard para un artículo publicado por la revista Sinc.