Por Patricio Alarcón

Mantener un metro de distancia en los buses del transporte público en la Región Metropolitana como recomienda el Ministerio de Salud sería inalcanzable,  sin el aumento de un 129% del subsidio al sistema y un incremento del 30% en la flota.

Esa es la conclusión a la que llegó un estudio del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), tras analizar las políticas necesarias para evitar aglomeraciones en paraderos y buses al momento de profundizar el desconfinamiento en la capital.

Desde el inicio del plan “Paso a Paso“, la movilidad en la red metropolitana ha sido generado todo un debate. Más todavía considerando que cada vez más comunas se irán sumando al “modo COVID-19”, algo que inevitablemente aumentará la circulación de personas por la ciudad.

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El ISCI tomó los datos disponibles y modeló distintos escenarios de distanciamiento en el transporte público, junto con medidas de gestión y aportes financieros. Esto lo lograron gracias a la actualización de un método desarrollado en 2014 por los investigadores Leonardo Basso (U. Chile) y Hugo Silva (UC).

“Partimos con la situación base pre pandemia, normal, donde los buses van ocupados casi al 100%. Basados en eso, simulamos distintos escenarios que podrían disminuir la ocupación de los buses y alcanzar así algo de distanciamiento social“, explica a Futuro 360 el propio Silva.

De esta forma, llegaron a la conclusión de que, para lograr el metro de separación entre las personas, cada bus debía funcionar con un 33% (1/3) de su capacidad. Algo que calificaron como inviable, por sus repercusiones.

Más realista es el escenario de alcanzar una ocupación máxima del 66% en el transporte público. En ese caso, incorporando sólo una política agresiva de pistas especiales para buses, se requeriría aumentar el subsidio en 40% e incrementar la flota en un 13%.

Sin embargo, el equipo incorporó otras variables vitales para la etapa posterior al confinamiento: la reducción de los viajes motorizados totales como consecuencia de formas más permanentes del trabajo remoto y horarios diferidos para entradas y salidas laborales.

De esta forma, llegaron a un escenario donde se logra una ocupación máxima de 2/3 de los buses manteniendo las tarifas. Para esto, se requeriría aumentar las pistas Sólo Bus, suponer que la movilidad total es 15% más baja por el efecto de las actividades telemáticas y pasar un 20% de los viajes de hora punta a otras franjas horarias.

De esta forma -plantea el informe- no se necesitaría aumentar el subsidio al transporte público, la flota de buses alcanzaría holgadamente y la velocidad de autos y buses aumentaría en la hora peak, en aproximadamente un 50%.

“Lo que demostramos es que medio metro de distancia es lo más que se puede conseguir entre los pasajeros, si es que se suman todas estas cosas (…) Sólo cuando todas esas medidas estén ocurriendo, va a ser posible tener algo de distanciamiento en los buses”, nos explica Leonardo Basso, director del ISCI y académico de la FCFM U. de Chile.

“Los corredores exclusivos hacen que los buses puedan ir más rápido, porque ya no sufren la congestión de la calle. Con la misma cantidad de buses, uno pueda ofrecer más frecuencia. Al final, implica menores tiempos de viajes y de espera para las personas, en el lado positivo”, valora el académico Hugo Silva, otro de los autores del estudio.

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Con todo, los investigadores concluyen que el conjunto de medidas debe responder a “una planificación integral, sincrónica, preparada y coordinada con antelación, para que actúen de forma complementaria”, ya que “ninguno de los elementos enumerados, por falta de planificación, coordinación o preparación, debiese estar ausente”.

Conseguir distanciamiento social en el transportarte público es difícil y afectará a todas las metrópolis”, añade Basso.

Por eso llama a la ciudadanía a que “esto no es volver a la normalidad. Esto es ‘usted quédese en casa todas las veces que pueda’, para que aquellos que no pueden quedarse en casa, porque o si no, no generar sustento, puedan salir más seguros“.

 

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