Este martes 11 de agosto, Rusia registró la primera vacuna contra el COVID-19, sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y científicos son escépticos sobre la seguridad de esta dosis por la falta de información sobre las pruebas.
Funcionarios de la OMS y expertos internacionales ponen en duda la velocidad de los ensayos. También cuestionan la vacuna rusa por falta de datos públicos y el riesgo de aprobarla antes de tiempo. Incluso, especialistas rusos son cautelosos sobre la dosis anunciada por su gobierno.
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“Ellos (el gobierno Ruso) solo quieren decir ‘somos los primeros’, pero esta vacuna no es segura, no es efectiva, porque no hicieron las investigaciones necesarias“, aseguró Anastasia Vasilieva, directora de Alianza de Médicos de Rusia.
“Estamos en estrecho contacto con las autoridades sanitarias rusas y se están manteniendo conversaciones con respecto a la posible precalificación de la vacuna por parte de la OMS”, dijo el portavoz de la agencia de salud de las Naciones Unidas, Tarik Jasarevic. “La precalificación de cualquier vacuna incluye la revisión y evaluación rigurosa de todos los datos de seguridad y eficacia requeridos“, agregó en una conferencia de prensa en línea desde Ginebra.
En concreto, Rusia registró la inoculación del Instituto Gamaleia pese a que aún no habría finalizado los ensayos de la última y crucial fase 3. De hecho, en los registros de la OMS, sólo hay información hasta la primera etapa. El Kremlim justifica esta inusual velocidad ya que, según ellos, tenían experiencia en la creación de otras inyecciones contra virus como el ébola.
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“No disponemos de información acerca de los ensayos preclínicos y clínicos que han llevado a la aprobación de esta vacuna“, indicó el doctor Carlos Pérez, decano de Medicina USS e infectólogo de la Clínica U. Andes. Además, faltan publicaciones sobre los resultados de los ensayos han levantado las alertas sobre la seguridad y eficacia de la dosis rusa contra el COVID-19.
Esta polémica vacuna fue liderada por el Ministerio de Defensa ruso, mientras en otros países son los ministerios de Salud y laboratorios científicos los que están al frente de los desarrollos de inmunización contra el coronavirus. Críticos acusan un fin político que estaría persiguiendo el Kremlin sin considerar la salud de las personas que serán expuestas a la dosis.
Incluso, el presidente Vladimir Putin aseguró que una de sus hijas recibió una inyección del prototipo. “Una de mis hijas se aplicó la vacuna, con la segunda dosis, la temperatura también subió un poco, pero volvió a la normalidad, ella se siente bien“, aseguró el mandatario ruso.
En Chile, la autoridad sanitaria no le cierra las puertas a la vacuna de Rusia, pero condicionan su eventual uso a las pruebas requeridas para validad su seguridad y efectividad.
“Si esta vacuna pasa todas las etapas completas para asegurar su calidad, su falta de efectos adversos, la creación de anticuerpos, obviamente que será considerada“, señaló el ministro de Salud, Enrique Paris.
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Tras el registro hecho este martes, Rusia comenzaría en septiembre el proceso de producción a gran escala y en octubre espera realizar una vacunación masiva y gratuita en ese país. Según el Kremlim, más de 20 países han solicitado estas dosis.
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