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Poco más de cuatro meses y tres millones de contagiados, son más que suficientes para provocar que un virus evolucione y cambie. Algunos “patógenos” como por ejemplo, la influenza, mutan constantemente. Eso significa que las vacunas para combatirla deben ir actualizándose anualmente para superar las temporadas de contagio.
Hasta ahora, no hay un reporte certero que indique lo mismo para el actual coronavirus. Pero dos estudios ponen la alerta. Uno de ellos, realizado en la Universidad del Estado de Arizona, descubrió la ausencia de un gran trozo de ADN en una muestra viral de un paciente en Tampa, Estados Unidos.
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Esta investigación generó dos genomas completos del virus en base a una gran cantidad de muestras. Allí se descubrió que a uno de estos (llamado AZ-ASU2923) le faltaban 81 pares de enzimas de ADN en el gen ORF7a. Extraño por decirlo menos.
“Se ha visto en diferentes virus que cuando comienza a fallar este gen, el patógeno comienza a perder su “fitness”, es decir, podría volverse menos agresivo, replicativo o infectante”, explicó a Futuro 360 el doctor Michel Serri, Infectólogo de Clínica Dávila.
“Una de las razones de las porque esta mutación es interesante, es porque imita el comportamiento que se presentó en el brote de SARS-2003”, aseguró para Science, Albert Efrem Lim, uno de los investigadores del estudio y virólogo de la Universidad del Estado de Arizona.
Mutación de la proteína espina
El segundo estudio, proveniente del Laboratorio Nacional de Los Alamos, trazó las mutaciones del virus a lo largo del brote, concluyendo que una cepa del COVID-19 es más contagiosa que la original proveniente de Wuhan, China.
El equipo hizo un seguimiento de las mutaciones del coronavirus y, en específico, a las infames proteínas “espina”, características de la superficie del covid-19. Ojo. Los expertos descubrieron 14 mutaciones relacionadas a la espina, las cuales se están acumulando mientras el virus se propaga. Sin embargo, una mutación específica es la que está preocupando a los académicos.
“La mutación de la espina “D614G” acata nuestra preocupación urgente. Está comenzado a propagarse en Europa desde comienzos de febrero, y cuando se introduce en nuevas regiones, se transforma rápidamente en la forma dominante”, aseguran los expertos en el Paper científico.
“Sin embargo, no se ha descubierto ninguna correlación importante entre el D614G y los pacientes hospitalizados”, agrega el estudio. El equipo sugiere que como la espina D614G está reemplazando a la versión original del coronavirus de Wuhan, lo consideraron más contagioso y por eso trataron de advertir sobre los cambios en el COVID-19, a los desarrolladores de vacunas.
Por otra parte, no todos están de acuerdo con respecto a que la mutación haya cambiado la habilidad del virus para propagarse. Esto, porque la alteración del coronavirus se ha visto principalmente en Europa, lugar donde los brotes del patógeno han sido mucho más intensos que los de China.
“Esta mutación podría subir el potencial de propagación del virus. Pero los estudios son muy preliminares y regionalmente específicos. Un cambio en los genes estructurales del coronavirus, podría hacer que el patógeno se vuelva más débil o más fuerte”, apuntó Serri.
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“La mayoría de las mutaciones son neutrales. Algunas, sin embargo, son nocivas para los patógenos, debilitándolos y haciéndolos menos aptos para propagarse o replicarse. Solo un pequeño porcentaje de las infecciones, se beneficia de las mutaciones por las que pasa”, agregó el doctor de la Clínica Dávila.
Como todo lo que tiene ADN, los virus mutan lentamente mientras se van propagando. Se estima que el SARS-CoV-2 podría mutar 25 veces por año, en comparación a las 50 que muta la influenza.
Aún así, Serri advirtió que gran parte de las investigaciones de vacunas en contra del COVID-19 se enfocan en el gen específico de la espina, por lo que la polémica mutación, podría afectar el desarrollo de una posible remedio contra el coronavirus.
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