¿Has sentido que tus sueños por las noches se han vuelto más “intensos” con la pandemia? No hay que preocuparse, porque es una reacción completamente normal.
Hace pocos días, la sicóloga clínica estadounidense e investigadora de Harvard, Deirdre Barrett, lanzó su nuevo libro “Pandemic Dreams“, donde analizó cerca de nueve mil relatos oníricos ligados al coronavirus.
Para la académica -con vasta trayectoria en el análisis de personas que cargan con traumas- el actual confinamiento es un caso de estudio por si mismo, ya que, de forma inédita, todo el mundo está compartiendo la misma crisis de incertidumbre.
Por eso, recopiló testimonios de los sueños de miles de personas del planeta, a través de una encuesta en línea.
Ahí, por ejemplo, dio con el relato de una persona que se veía como “un anticuerpo gigante. Estaba tan furiosa por el COVID-19 que eso me daba superpoderes y comenzaba a sembrar la destrucción, arrasando con tantos virus como podía encontrar“, entre otras experiencias alarmantes.
“La gente ha reportado vidas oníricas inusualmente activas. Estamos recordando más sueños de los habituales y estos son especialmente vívidos y bizarros. El virus mismo es la estrella de muchos de ellos, ya sea literalmente o adoptando disfraces metafóricos”, escribe la investigadora en su libro, según consigna Tendencias de La Tercera.
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En línea con esa evidencia, Pedro Maldonado, neurocientífico de la U. Chile, explica que “los sueños contienen experiencias que hemos vivido o que entendemos, que las incorporamos como imaginaciones libres. Si estamos viviendo un periodo de alta ansiedad e incertidumbre, esos estados emocionales y cognitivos se trasladan a los sueños”.
Factor incertidumbre
En su libro, la ex presidenta de la Asociación Internacional para el Estudio de los Sueños asegura que el “viaje onírico” en la actual crisis se ha vuelto sumamente intenso y vívido.
Eso va en línea con otras investigaciones sobre el tema. Por ejemplo, el Centro de Investigación de Neurociencia de Lyon (Francia) indicó que la capacidad de recordar los sueños habría aumentado un 35% en el último tiempo. Asimismo, las personas estarían teniendo un 15% más de sueños negativos en dicho país europeo.
Por otro lado, la Asociación Italiana de Medicina del Sueño también realizó otro monitoreo de los sueños durante el confinamiento, revelando que gran parte del país experimentó pesadillas e interrupciones conocidas como parasomnias, que son comúnmente asociadas al estrés postraumático.
“Cualquier gran cambio tiende a remecer nuestra vida onírica y eso incide en una mayor cantidad de sueños, además de experiencias más vívidas. Toda esta situación de confinamiento ciertamente es una alteración mayor“, indica Barrett a La Tercera.
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En cuanto a la explicación biológica, el doctor Maldonado nos explica que las experiencias oníricas se desarrollan en una fase del sueño que se conoce como REM, que referencia al concepto de movimiento rápido de ojos mientras dormimos.
Justamente en esa etapa, la desinhibición en la cual las emociones fluyen hacia la conciencia se haría más intensa.
“Si nuestras emociones durante el día incluyen harto estrés, esto se manifiesta exactamente igual en los sueños. Como son simulaciones libres, vamos a experimentar distintas situaciones que nos vuelven al estado de intensidad e incertidumbre“, indica el profesional.
Y agrega que “las pesadillas son ejemplos de situaciones conductuales que no manejamos, harto miedo, ansiedad, estrés”.
Por otro lado, los estudios de Barrett demuestran también una evolución en la crisis sanitaria. Esto, porque al inicio de la pandemia la académica recopiló relatos que aludían a la distancia social o mascarillas. Luego, vino la sensación de “prisión“, hasta llegar al agobio, ansiedad o miedo al futuro por el desconfinamiento.
Caso aparte es el de los contagiados con COVID-19, quienes tuvieron sueños aún más intensos, por factores como la fiebre. En cuanto a los trabajadores de salud, Barrett dice que reportaron pesadillas traumáticas y recreaciones mucho más literales de sus luchas diarias.
Con todo, Maldonado concluye que los altos niveles de estrés ocurren por, principalmente, por el factor de la incertidumbre. Así, recomienda “manejar la ansiedad durante el día para que no rebalse a los sueños“.
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