Muchas veces las marmotas son vistas sólo como pequeños y graciosos roedores, que han llamado la atención por sus curiosos gritos. Sin embargo, un grupo de científicos europeos descubrió que tras estos llamados hay dialectos, los cuales les permiten distinguirse entre ellos.
La investigación, publicada en la revista Behavioral Ecology and Sociobiology, dio a conocer que las marmotas, en este caso las alpinas que viven en los Pirineos catalanes y franceses, distinguen su propio dialecto de otros forasteros. Asimismo, estos gritos les permiten esconderse y alejarse ante la presencia de desconocidos.
Estos animales, que sólo salen de sus madrigueras en verano para buscar comida, tomar el Sol y prepararse para la próxima hibernación, no se alejan mucho más de un metro de sus hogares, lo cual les permite volver rápidamente a protegerse ante el grito de alarma de otra marmota, de acuerdo con lo señalado por la ecóloga del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales de la Universidad Autónoma de Barcelona, Mariona Fedrrándiz.
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“La respuesta antidepredadora de huir que aparece una vez que escuchan los gritos de alarma de otras marmotas tiene un gasto energético y temporal, por ello, aprender a distinguir los dialectos familiares les permite confiarse y ahorrar energía (…). Son capaces de reconocer el grito de los miembros de su población, incluso en una grabación, y hemos visto que responden más temerosas si no saben quién es la emisora”, sostuvo Fedrrándiz.
La investigación aún no ha logrado responder cuál es el motivo de estas diferencias de lenguaje entre estos roedores. Sin embargo, los expertos señalan que no tendría relación ni con la región donde viven, ni con la genética de cada ejemplar.
“Así como los dialectos humanos varían, sobre todo en función de dónde vivimos, hemos visto que en las marmotas no es así. Aunque desconocemos por qué cada población chilla de una manera, esto podría tratarse de un aprendizaje de padres y madres a hijos o del entorno social”, detalló la ecóloga.
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En este estudio colaboraron las universidades Claude Bernard de Lyon en Francia, el Saskatchewan de Cánada y el Instituto de Investigación Vogelwarte Helgoland en Alemania. Durante cinco años investigaron cuatro poblaciones de marmotas, dos nativas de los Alpes franceses (Vanoise) y dos reintroducidas en los Pirineos (Cerdanya y Ripollès).
A lo largo de este tiempo grabaron y analizaron los gritos de las marmotas entre las 8 de la mañana a las 6 de la tarde, debido a que en esas horas están más activas. También reprodujeron las grabaciones para observar cómo reaccionaban los roedores.
Este descubrimiento aún plantea muchas interrogantes respecto a cómo las marmotas lograron desarrollar sus diferencias de dialectos, y abre muchas puertas a futuras investigaciones.
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