Augusto, el primer emperador romano, construyó un basto imperio que se extendió desde Reino Unido hasta Egipto. Cuando murió, en el año 14 d.C., fue enterrado en un enorme mausoleo circular el cual estuvo abandonado por siglos.
A diferencia de otros monumentos, como el Coliseo y el Foro Romano, esta tumba no fue cuidadosamente conservada y sufrió los embates del tiempo, terminando con su techo caído y grandes árboles que crecieron a su alrededor a lo largo de los años.
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Durante gran parte de los últimos 80 años ha estado cerrado al público, pero luego de una restauración que costó más de €10 millones y tardo 13 años en completarse, finalmente abrirá sus puertas en marzo del 2021. Una parte del financiamiento estuvo a cargo del gobierno y el resto fueron aportes privados.
Esta es la tumba circular más grande del mundo antiguo y fue construida para el emperador y su familia. Posee un diámetro de casi 90 metros y una altura de al menos 45, según lo que se puede suponer por los restos, ya que solo ha sobrevivido un tercio del monumento original.
Se cree que sirvió como tumba durante más de 100 años. Sin embargo, por muchos siglos fue utilizado como anfiteatro, sala de conciertos, jardín privado, entre otras funciones bastante alejadas de su propósito original.
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Finalmente, en el año 1936, el régimen fascista demolió la cúpula y los edificios modernos, para develar la tumba una vez más. La restauración se detuvo durante la Segunda Guerra Mundial y se reanudó en la década del ’50.
“Este es un momento histórico (…) Reabrir este monumento es una señal de esperanza, ya que miramos con buena fe hacia el futuro a pesar de las incertidumbres de la pandemia”, manifestó la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, según consignó Daily Mail.
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