En una ocasiones una muy buena comida puede convertir una salida común y corriente en una velada inolvidable. Un estudio de Journal of Neuroscience explica el por qué.

Un grupo de científicos experimentó con una selecta acumulación de células nerviosas en el cerebro de ratones de laboratorio, que guardan información sobre comida -y lugares-, las cuales se vuelven activas cuando el sujeto de estudio prueba algo en un lugar en específico. 

Estas células de doble función ayudan a sobreponer los conceptos de alimento y locación en los mapas mentales de los animales.

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Los investigadores a cargo de Erik Herzog, neurobiólogo de la Universidad de Washington, implantaron electrodos en el hipocampo de las ratas, un área del cerebro fuertemente involucrada en la memoria y el mapeo de lugares. 

Luego se hizo que estos roedores caminaran en un recinto cerrado, lo que le permitió a los científicos identificar “neuronas de lugar”, las cuales se activaban cuando estos pequeños animales llegaban a un punto en particular.

Al mismo tiempo, se les administró ocasionalmente uno de cuatro sabores (los cuales podían ser dulce, salado, amargo o agua) a través de un tubo.

Alguna de las neuronas de lugar respondieron a uno o más sabores, pero únicamente cuando el roedor se encontraba en el lugar indicado del recinto. 

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Los investigadores descubrieron que cuando las ratas se movían de su lugar preferido, sus neuronas no reaccionaban al sabor. 

Finalmente, concluyeron que un mapa mental del sabor es necesario para un animal en la búsqueda de su siguiente comida, lo cual podría ser la razón del porqué tengas tan buenos recuerdos de tus restoranes favoritos o del porqué esa cena estaba tan deliciosa. 

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