Hasta ahora sólo los humanos y otros primates han demostrado tener la capacidad de entender las probabilidades, es decir, ser capaz de prever un resultado de acuerdo a la cantidad de información disponible. Sin embargo, recientemente y por primera vez una especie de loro demostró tener ésta habilidad.

Pruebas experimentales en 6 loros keas (Nestor notabilis) demostraron que son capaces de entender y actuar en base a probabilidades en una variedad de escenarios anteriormente sólo probados en humanos y primates.

Los hallazgos tienen amplias implicaciones, desde entender de mejor forma cómo funcionan las mentes de las especies no relacionadas con lo simios, hasta producir sistemas de inteligencia artificial más reales y detallistas.

Particularmente, los resultados entregan pistas con respecto a si los cerebros humanos y no-humanos tienen a desarrollar secciones específicas (dominio-específicas), o si adaptan los mismos procesos cognitivos para la tarea que se necesite (dominio-general).

“Nuestros resultados muestran que los kea exhiben tres inferencias estadísticas claves, y que por lo tanto pueden integrar conocimiento a través de tres dominios cognitivos diferentes para ajustar flexiblemente sus predicciones de los eventos presentados“, escriben los investigadores en su recientemente publicado estudio.

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Este resultado entrega evidencia de que se puede encontrar una capacidad real de inferencia estadística fuera de la familia de los grandes primates, y que aspectos del pensamiento dominio-general puede evolucionar convergentemente en los cerebros con una alta diferencia estructural en comparación a los simios”, agregaron según Science Alert.

Durante el estudio se realizaron tres experimentos: 6 keas (Blofeld, Bruce, Loki, Neo, Plankton y Taz) fueron en primera instancia entrenados para asociar el color negro con un premio y el naranjo con la ausencia de uno.

Luego de llenar recipientes transparentes con diferentes cantidades de fichas negras y naranjas, los investigadores tomaron las piezas frente a las aves, ocultándolas y dejando que los loros eligieran a mano cerrada.

Los keas mostraron una preferencia por elegir una mano que sostuvo una ficha elegida del recipiente con la más alta proporción de piezas negras, es decir, la más alta probabilidad de recibir un premio.

Las aves no estuvieron tan influenciadas por la cantidad de fichas negras o naranjas dentro de dichos recipientes, como por la relación entre ambos colores de piezas.

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Cuando se colocaron barreras físicas en los frascos, cambiando la fracción de fichas premiadas a las que podían acceder las aves, los loros cambiaron su comportamiento para adaptarse de mejor forma a la situación.

Además, las aves demostraron preferir a los humanos menos parciales, es decir los investigadores que más premios entregaron a lo largo del experimento. Todo ésto demuestra lo complicados que son los procesos de inferencia estadísticas aplicados.

Anteriormente, se han realizado experimentos similares en infantes humanos y grandes primates; los loros lograron demostrar el mismo tipo de agilidad mental.

Se necesitaran más investigaciones para descubrir como el cerebro de estos animales procesa las probabilidades, pero considerando que compartimos un ancestro común con las aves hace 312 millones de años atrás, la habilidad podría haber evolucionado en más de una ocasión.

“Este hecho tiene implicancias importantes no sólo para nuestra comprensión de cómo la inteligencia evoluciona, sino que también para las investigaciones enfocadas en cómo crear un dominio general del proceso de pensamiento”, concluyeron los investigadores.

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