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Hay que decirlo: el aislamiento es aburrido. Pero es en este estado constante, donde muchos han decidido desarrollar su lado más artístico, buscando un escape creativo o una oportunidad para expresarse. Sin embargo, es posible que éste acercamiento al arte sea producto de un deseo innato de sentirnos bien.
Atención porque las condiciones mentales se manifiestan en casi la mitad de la población mundial, en algún punto de la vida, hasta los 40 años. A eso sumamos los desafíos que ha traído la pandemia para el bienestar mental, viéndonos enfrentados al miedos y la incertidumbre.
Allí, las artes ofrecen una solución basada en evidencia para promocionar la salud mental. Si bien el practicar disciplinas artísticas no es la cura para todas las condiciones mentales, existe evidencia que apoya la priorización de estas expresiones en nuestra vida y en los sistemas educacionales.
Sosteniendo el bienestar
La relación entre las artes y la salud mental se estableció firmemente a través del campo de la terapia artística de arte, la cual aplica técnicas (pintar, bailar, actuar) para tratar condiciones como la ansiedad y la depresión.
También se sabe cómo las artes pueden ser usadas en contextos no-terapéuticos para promover salud mental de otras formas, como la enseñanza de otros campos del conocimiento o como un hobby con el que los trabajadores se desestresan en sus tiempos libres.
En otras palabras, las prácticas artísticas pueden usarse para fortalecer la capacidad con la que uno maneja su bienestar mental y emocional.
Neuroestética
La ciencia neurológica es la que indaga los aspectos biológico-cognitivos, y ella nos han permitido conocer el impacto del arte en nuestro cerebro. Por ejemplo, investigadores estudiaron a través de respuestas biológicas, los efectos que tiene el arte visual en los circuitos neuronales y los receptores neuroendocrinos, para demostrar que esta actividad promueve el bienestar y la salud mediante la adopción de respuestas adaptativas al estrés.
Otro estudio, indica que el crear arte reduce los niveles de cortisol, el cual “forma parte de los glucocorticoides, junto con la corticosterona, hormonas secretadas por la glándula suprarrenal. Tiene su ciclo circadiano, aumentando los niveles en las mañanas. Su función principal es regular los niveles de glucosa en la sangre y en los distintos órganos, a través de gluconeogénesis (producción de glucosa desde otros elementos) o glucogenólisis (producción glucosa a través de degradación del glicógeno). Por otro lado, tiene un efecto inmunosupresor y antiinflamatorio” explica detalladamente la doctora Marcela Paredes, neuróloga infanto-juvenil de la Clínica Santa María.
“El estado de estrés crónico, con exposición prolongada a altos niveles de cortisol, produce modificaciones en la estructura y organización neuronal, afectando el aprendizaje. Acelera el envejecimiento celular, remueve el calcio de los huesos, degrada proteínas de los músculos. Afecta el metabolismo de las grasas, favoreciendo su depósito, disminuye la respuesta de inmunidad e inflamación favoreciéndolas infecciones”, agrega la especialista.
Esto permite que las personas pueden inducir estados mentales positivos. Investigaciones que son parte de un nuevo campo de investigación llamado neuroestética: el estudio científico de las bases neurobiológicas de las artes.
Las neuroestética usa imágenes del cerebro obtenidas a través la lectura de ondas cerebrales, y los indicadores biológicos que surgen producto del análisis para comprender nuestras respuestas emotivas frente al arte. Es gracias a esto que existe evidencia física de cómo las expresiones artísticas nos hacen sentir bien.
“Cualquier modalidad de arte, ingresa por canales sensoriales a nuestro cerebro, llegando vía tálamo al sistema límbico y a la corteza cerebral correspondiente. El sistema límbico, analiza la información y de acuerdo a ella y relacionándola con las memorias existentes le da significado o importancia enviando información pertinente según este resultado”, agrega Paredes.
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A la vez, la especialista explica que a nivel de sistema límbico, si la información es evaluada en forma positiva, estimula el Núcleo Accumbens, o núcleo de la felicidad, cuya conexión con la corteza cerebral prefrontal, favorece acción productiva deseable. Si por el contrario es evaluada como negativa, estimulará la Amígdala, la que desencadenará acciones negativas de rechazo.
“Si el estímulo fue seleccionado como favorable, positivo, estimula las áreas de asociación cerebral, especialmente el hemisferio derecho, el que es encargado de la regulación emocional, favoreciendo conexiones neuronales que determina cambio de actitud corporal, emocional y cognitiva, evaluada o reportada como bienestar paz y motivación. Esto permite mejorar la capacidad de aprendizaje, estimula el crecimiento de los telómeros, estructuras encargadas de retardar el envejecimiento y muerte celular”, agrega la especialista
Las artes también han demostrado ser herramientas efectivas para conseguir una atención plena. Una práctica que se está volviendo tendencia en las escuelas del mundo, como un método eficaz para manejar la salud mental.
Estar plenamente atento significa estar consciente de tus pensamientos y los estados de tu mente sin tener un juicio previo. El aspecto cognitivo-reflexivo de las artes sumados a la habilidades de concentración que requieren, las hace especialmente efectivas para alcanzar la tranquilidad mental.
Específicamente, se ha descubierto que participar en actividades relacionadas al arte activan partes diferentes del cerebro que no se usan normalmente al momento de pensar en forma lineal y lógica, además de activar la corteza visual.
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“Las personas con una mayor afinidad por el arte, tienden a desarrollar más áreas del cerebro que pueden servir como sustituto para sectores neuronales dañados. Existen casos clínicos, donde los pacientes que sufrieron enfermedades cerebrovasculares muestran una mejor recuperación cuando son afines con el arte”, aseguró Evelyn Benavides, Neuróloga de la Clínica Vespucio.
Es por esto y más que la inclusión del arte en nuestro día a día, se hace cada vez más importante para el desarrollo integral del ser humano.
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