Los cambios físicos y emocionales de la futura madre son evidentes, sin embargo, para quien pronto llegará al mundo también. Es una etapa decidora para su desarrollo e incluso su salud mental a futuro, según varias investigaciones.
Muchos estudios y debates se han abierto en relación a esta premisa. Lo que no está discusión es que en respuesta a conductas e incluso trastornos mentales, se debe remontar a la etapa de gestación, en la que toda emoción es transmitida.
Los factores que entran en juego tienen que ver el ambiente intrauterino, como hormonas, falta de nutrientes, adicciones, etc. Asimismo, las condiciones y ambientes en que se desenvuelva la madre.
Es decir, si el embrazo estuvo expuesto a mucho estrés, éste va a determinar que el feto lo padezca también. La explicación de esta situación se relaciona con los altos niveles de cortisol, la hormona de respuesta al estrés, traspasa la placenta. El menor lo absorberá y producirá cambios epigenéticos, lo que altera la modificación en el ADN de algunos genes, lo que disminuirá los receptores de la entrada del cortisol. Estos así, se mantendrán altos.
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Para Futuro360, el doctor Pedro Salinas, psicólogo y académico UCEN, menciona que junto al blastocito que es la primera diferenciación celular en el útero, se forma casi al mismo tiempo, al primer mes, el cerebro todas las estructuras que posteriormente van a ser la piel y el corazón.
“Observamos que muchas personas tienen alteraciones dermatológicas porque están vinculadas a personalidades particularmente ansiosas o fácilmente estresantes. Hay muchas enfermedades de este tipo que no se relacionan con aspectos orgánicos, sino psicógenos, porque en este primer período de formación -probablemente- la madre vivió o experimentó situaciones estresantes”, afirmó el doctor Salinas.
Dice que es importante enfatizar que es una hipótesis, sin embargo, se cree que la madre generará niveles muy altos de cortisol, la hormona del estrés. Ese cortisol es capaz de permear la barrera placentaria y llega al niño. Entonces, el estudio tiene que ver con esa carga de colesterol por situaciones estresantes como violencia general, pobreza, hacinamiento y drogadicción.
Contrariamente se inhibe lo que es la hormona de oxitocina (comúnmente llamada hormona del amor) que está vinculada con las madres y padres. La secretamos cuando se está siendo padre, ya que es del apego.
“El tema es que efectivamente se ha estudiado cuando hay niveles muy altos de estrés por lo que está pasando, pueden ocurrir varias cosas. La madre, depresiva, ansiosa, con crisis de pánico, que a futuro, en hijos presenten una serie de anomalías como problemas emocionales, habilidad emocional, ansiedad, depresión, baja tolerancia al estrés, impulsividad, hiperactividad, trastorno del desarrollo. Incluso alterar estructuras cerebrales, por ejemplo, como el hipocampo, la amígdala, la corteza prefrontal medial donde está todo el juicio social, la toma de decisiones, la planificación, el razonamiento, estado de ánimo, también se ve afectado”, agregó Salinas.
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Así también trastornos de integración sensorial, personas que son extremadamente sensibles a ruidos, olores, costuras de la ropa, estudios lo han asociado a períodos muy estresantes de la madre en el embarazo.
“Lo que más me interesa destacar es la maravillosa posibilidad que tiene el cerebro de responder “plásticamente”. Tiene la plasticidad neuronal y cerebral ante el medio. Porque así como hay estudios de todas las alteraciones emocionales, cognitivas y conductuales mencionadas, también se demuestra que aún personas con infancia en condiciones muy paupérrimas, aun así hay gente que logra tener desarrollo cognitivo increíble, socialmente muy valiosas, desarrollar juicios maravillosos y todo depende mucho del período posterior al desarrollo intrauterino. Entonces, si el niño incorpora estimulaciones tempranas, juegos, creatividad, calidad de contener, demostración de apego, el cerebro responde, a ese fenómeno le llamamos “resiliencia”, concluyó Salinas.
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