Pediatras en alerta por síndrome inflamatorio - (02:24)
Mientras el mundo lucha contra la actual crisis sanitaria provocada por el COVID-19, científicos han comenzado a advertir que la infección viral podría gatillar otra seria amenaza contra la salud humana. Una que sería parte de la “ola silenciosa” de consecuencias neuronales relacionadas al SARS-CoV-2.
Sabemos que el COVID-19 se vincula a daños cerebrales, síntomas neurológicos y pérdida de memoria. Lo que es poco claro, es cómo la infección provoca estos graves síntomas, en qué porcentaje y cuáles son las consecuencias a largo plazo.
“Aunque los científicos siguen aprendiendo cómo el SARS-CoV-2 es capaz de invadir el cerebro y el sistema nervioso central, el hecho de que puede llegar ahí está claro“, aseguró Kevin Barnham del Instituto Florey de Neurociencia y Salud Mental, Australia, para ScienceAlert.
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“Puede decantar en situaciones neurodegenerativas en un futuro”, agregó el experto.
En un nuevo estudio, Barnham y sus colegas proponen que la “tercera ola” de la pandemia de COVID-19 podría no ser un rebrote de infecciones, sino que un subsecuente incremento de casos de enfermedad de Parkinson asociados al coronavirus. Provocado por neuro-inflamaciones, gatilladas por la respuesta inmune al virus.
No hay evidencia sólida que confirme que la consecuencia podría ser él una ola de Parkinson, pero se trata una hipótesis interesante.
Y aunque no haya amyor información al respecto, algo similar ocurrió luego de la pandemia de 1918. La encefalitis letárgica causada por la Gripe Española, fue vinculada a esos brotes con un riesgo incrementado de enfermedad de Parkinson de 2 a 3 veces.
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“Podemos aprender de las consecuencias neurológicas de la pandemia de Gripe Española”, agrega Barnham. “Dado que la población ha sido golpeada por una pandemia viral, es bastante preocupante considerar el potencial global de posibles enfermedades neuronales que puedan aparecer en un futuro. El mundo fue sorprendido la primera vez, pero esto no tiene por qué ocurrir de nuevo”, enfatiza.
Si bien investigadores admiten que aún no hay suficiente información para cuantificar el riesgo incrementado de desarrollo de enfermedad de Parkinson por la pandemia, sugieren que la mejor forma de identificar los casos futuros sería haciendo un seguimiento intenso a quienes padecieron SARS-CoV-2, para monitorear la aparición de posibles enfermedades neurodegenerativas.
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